Una amable seguidora en twitter me recomendó un interesante video de José Mujica (http://goo.gl/DxX0Y), donde el presidente de Uruguay, en una charla apacible y encantadora, se revela como un enemigo de la libertad.
Fantasías marxistas
Todo el discurso repite veteranas fantasías del marxismo, aunque revestidas de la moralina progresista contemporánea. Ahora ya no es el trabajador el que es explotado por el capitalismo sino todos los ciudadanos esclavizados por el consumismo. Pero el argumento es tan claramente marxista como equivocado: alude al tiempo de vida que nos arrebata esta sociedad: en lugar de tener tiempo libre resulta que trabajamos para consumir. Y aquí viene el reproche del presidente Mujica.
Considéreme un aprendiz de liberal que antepone la verdad a cualquier sistema.
Me atrevo a pedirle que se explicarse un poco mejor.
¿Dónde está la fantasía y cuál es el error?
¿Rechaza usted el reproche de Mujica por marxista?
¿No cree que hay gran verdad en estos dos párrafos finales de la entrevista?:
«¿Cómo generamos cultura que sea capaz de tener la grandeza de comprender cosas que no comparte, pero entenderlas en su posicionamiento?»
«La libertad no puede ser una identidad, que todos seamos lo mismo y digamos lo mismo y pensemos lo mismo. La libertad es un punto de partida.»
¿Podemos decir: “Yo no creo que el hombre sea biológicamente socialista” pero respetar a quién piensa que es así sin tildarlo de fantasioso? ¿Cree usted entonces que el hombre es biológicamente liberal?
Extrae usted del vídeo la siguiente conclusión: “Entonces, como no se nos puede dejar solos, porque en seguida vamos y compramos neveras, la conclusión es que necesitamos ¡el socialismo!“.
¿Por qué utiliza usted como ejemplo las neveras? sabe que es un electrodoméstico necesario y que sólo se suele cambiar cuando se estropea, en lugar de decir por ejemplo, que cambiamos de smartphone cada año cosa que creo que refleja mejor la idea que dimana de la entrevista.
¿Consiste entonces la felicidad, según usted, en poseer todas las cosas que uno quiere, en contraposición a la opinión de Mujica que defiende tener sólo lo que uno necesita?
La fantasía está en que alguien desde fuera nos dirá qué es lo que en realidad necesitamos. El error estriba en creer que alguien así puede existir y que además es bueno que exista.
No rechazo a Mujica por marxista. Digo que repite argumentos marxistas, que son equivocados y han sustentado el sistema más criminal que nunca haya sido perpetrado contra las trabajadoras y los trabajadores en toda la historia de la humanidad.
La clave de la libertad es no sólo entender a los demás, sino dejarlos en paz. Eso es lo que la ideología de Mujica no permite. Simula ser comprensivo, pero en realidad no lo es. Porque la libertad no es un punto de partida. Yo no puedo dejarlo a usted en paz de entrada. Tengo que dejarlo a usted en paz siempre.
Decir que el hombre es biológicamente algo es peligroso porque, acto seguido, si resulta que parece no ajustarse a ese algo, puede existir la tentación de obligarle a que se ajuste. Por eso no necesito afirmar que sea biológicamente liberal. Me da igual lo que sea biológicamente, pero ninguna teoría biológica me justifica el violar su libertad.
Utilizo el ejemplo de las neveras porque es típico de los socialistas (de todos los partidos) el quebrantar nuestra libertad alegando que la utilizamos para comprar cosas que según ellos no necesitamos. Y, como usted sabe, siempre podemos vivir con la nevera de toda la vida, sin cambiarla. ¿No?
Por supuesto, en cuanto aparece un Smartphone, ya están los antiliberales, esos nuevos predicadores, aduciendo que en realidad no lo necesitamos y, por tanto, si lo compramos, es que somos unos caprichosos…y, por supuesto, no se nos puede dejar en paz.
El máximo peligro estriba en que un señor, desde el poder, determine qué es lo que “uno necesita”.
Lo primero es agradecerle su contestación, aunque, no sé si me ha aclarado usted mis dudas, o lo que ha hecho es abrir la puerta a unas nuevas. En cualquier caso, dar motivos para la reflexión, siempre es de agradecer.
Veamos:
1. Dice usted que nadie desde fuera nos está diciendo lo que en realidad necesitamos. Al menos en mi mundo, recibo cientos de mensajes al día que tratan de convencerme de lo infeliz e incluso de lo poco libre que soy por no conducir este coche, utilizar una determinada compañía de telefonía móvil, o seguir permitiendo que mis michelines alejen mi figura de los cánones de belleza establecidos. No sé si usted me dirá que esos mensajes se emiten en un ejercicio de libertad y yo los recibo libremente porque, libremente puedo decidir si quiero atenderlos o no. Sin embargo, a pesar de la poca televisión que veo y lo poco que escucho la radio, sé perfectamente quien es Cristiano Ronaldo aunque mi interés por el futbol es nulo y puedo decirle que si “me gusta conducir”, debería comprarme un BMW. No negaré que el mayor ejercicio de respeto a la libertad podría considerarse plasmado en el botón on/off de los electrodomésticos, pero, insisto en que, al menos en mi mundo, conozco mucha gente incapaz de utilizar ese botón con libertad. Claro que, bien pensado, quizá podríamos decir que libremente eligen no ser libres, aunque lo importante sea la consecuencia final: no lo son. La cuestión es: ¿el hecho de que sea un privado y no el poder quien dice lo que uno necesita, legitima este derecho?
2. Las páginas de los libros de la historia del marxismo, están llenas de sangre, de dolor, de falta de respeto a los derechos humanos, de miseria y, paradójicamente, también de clasismo: una pequeña clase dirigente plena de privilegios y una inmensa masa proletaria adocenada al servicio del partido. La justificación de los neo-comunistas suele centrarse en que nunca se ha llevado a la práctica el marxismo como Marx lo concibió y, siempre según ellos, ahora es el momento del comunismo democrático, plural y transversal. Se diría aquello de: “aquí estamos nosotros para daros la libertad, y al que no quiera ser libre, le obligaremos a ser libre”. No sé si su respuesta será parecida si hablamos de los experimentos de Friedman en Chile o de Martínez de Hoz en Argentina.
3. En mi modesta opinión, el hombre es biológicamente un animal. Una asociación de células vivas que llegan a un acuerdo para sustentarse unas a otras y que pretenden desesperadamente prolongar ese acuerdo en el tiempo. Las etiquetas, responden a la necesidad de los humanos de definir lo que tienen delante con palabras. Permiten encajonar a las personas y clasificarlas y, en cierta medida, para una gran mayoría, secuestran la posibilidad de cambio, de rectificación, y con ello la libertad. No me parece sensato arrogarse el derecho a interpretar las intenciones de la naturaleza. Al menos yo, debo reconocer que mi ignorancia es tan inmensa como el propio ecosistema.
4. Hay una cosa que me parece deducir de varias lecturas y de distintas entrevistas a liberales de renombre y que saco a colación por el tema de los smartphones. Se diría que consideran ustedes al mundo como una fuente infinita de recursos. Estoy seguro de que tiene usted una respuesta adecuada a esto pero, desde mi humilde conocimiento, creo recordar que los móviles perpetuos de segunda especie no existen, lo que abriría un interesante debate entre la física y la economía. Me explico. Un ciudadano pude tener un coche o varios. Mil ciudadanos pueden tener un coche o varios pero, seis mil millones de ciudadanos no pueden tener un coche o varios, el planeta no puede permitírselo.
5. Por último me voy a permitir hacerle una sugerencia que quizá debería considerar un ruego. En la mayoría de sus intervenciones, dedica usted su tiempo a destruir argumentos ajenos y no le niego ese derecho pero, echo en falta un libro en el que se defina con claridad cómo funcionaría su mundo liberal ideal. Le propongo pues un ejercicio de ficción. Imaginemos que el planeta está a punto de ser destruido – elija usted la causa – y que usted es designado para dirigir una colonia en Marte. Allí debería usted comenzar desde cero. ¿por dónde empezamos? ¿utilizaremos dinero? ¿cómo funcionará este? ¿cómo lo creamos? ¿cuánto y en función de qué? ¿cómo distribuimos los recursos? ¿quién se encarga del orden? etc, etc. Quizá ese ejercicio le haga revisar nuevos puntos de vista que no ha tenido en cuenta hasta el momento. Confío en que acepte el reto.
Agradezco su tiempo que sé que no es mucho.
Un cordial saludo.
Muchas gracias. Es habitual el reproche a los mensajes publicitarios, como si realmente nos dominara la BMW. Como ejercicio le diría lo siguiente: pruebe un día a no comprarse un BMW, y verá que no le pasa nada. Ahora otro día, pero con mucho cuidado, pruebe a no pagar impuestos… Ya me contará.
La idea de que el comunismo no fue una aplicación de las ideas de Marx es un truco viejo pero falaz. El comunismo se basa en la negación de la propiedad privada y los contratos voluntarios. Eso es exactamente lo que los comunistas hicieron desde Cuba hasta Camboya. Y cuando el sistema da como resultado millones de trabajadores asesinados dicen: no, no, eso no era el comunismo…
Sobre Friedman en Chile igual le interesa esto:
https://www.carlosrodriguezbraun.com/search/lealtad
Sobre el hombre/animal/libertad posiblemente le interese “La fatal arrogancia” de Hayek, en Unión Editorial.
Ningún liberal ha considerado al “mundo como una fuente infinita de recursos”. Seguramente sí al hombre como una fuente desconocida de recursos. Desconfíe de esos razonamiento apocalípticos sobre lo que “el planeta puede permitirse”. No sabemos eso.
Sobre cómo podría ser una sociedad libre le interesará: Nozick, “Anarquía, Estado y utopía”. Pero no debe usted ilusionarse: es imposible que un liberal le diga con detalle cómo sería: esos diseños sólo corresponden a la arrogante inteligencia de los socialistas de todos los partidos.
Saludos,
CRB
Ciertamente el debate resulta enriquecedor, aunque por momentos recuerde la lucha entre Heracles y la Hidra, puesto que cada respuesta suya, me genera al menos un par de dudas nuevas.
No quiero abusar de su tiempo y tampoco sé si un hilo tan fino como puede ser un artículo sobre Mujica, es el lugar más apropiado para desenmarañar una madeja tan grande –en tamaño, no en importancia para el interés general desde luego, aunque sí lo sea y mucho para el mío propio- como la que podrían llegar a representar mis amistosas cuestiones.
No obstante, tengo que decirle que, del mismo modo que carezco de la libertad necesaria para negarme a pagar impuestos, tampoco soy libre para comprarme un vehículo de alta gama, si bien es cierto que este último, realmente puedo asegurarle que no lo necesito para nada. Me dirá usted que los impuestos tampoco, sin embargo estos los pagaría con gusto si fuesen empleados en el bien común y no en el bien de “los comunes”. Sobre las consecuencias de uno y otro ejercicio de libertad, al menos por lo que a este país se refiere, parece que, si nos fiamos de ejemplos recientes, las consecuencias son menores cuanto mayor sea la cantidad a deber. Podría decirse aquello de que el código penal es para los pobres y el civil para los ricos. (http://www.uned.es/dpto-derecho-politico/serr.pdf)
Leído el artículo que me recomendó, no creo sinceramente que Milton Friedman hubiese sido un fascista y menos por el argumento que usted explica. Digamos que él trató de poner en práctica aquello que, dado su negativa a aceptar mi reto, usted prefiere seguir manteniendo en el plano teórico. No obstante, si la información que yo tengo es correcta, parece que las cosas no le salieron del todo bien y que la experiencia resultó ser un auténtico fracaso, al igual que el caso de Argentina, si bien hay que reconocer que el gobierno actual de este su país, no se puede decir que lo esté haciendo mejor. Pareciera que donde hay un político, si no hay un problema, tarde o temprano, lo habrá.
Quiero decirle también que yo no le niego su derecho a ser funcionario siendo liberal pero me cuesta entender como un hombre de su reputación no está ocupando el mismo puesto en alguna de las prestigiosas universidades privadas que hay en Madrid, aunque sólo sea para acallar voces críticas que creo que no aplaca usted totalmente en su artículo. Me recuerda esto al reciente asunto de Don Diego Valderas y la compra de un piso embargado. Sí, está en su derecho pero, francamente, queda feo pelear contra los desahucios con el puño derecho levantado y lucrarse con ellos con la mano izquierda abierta. Como decía el cura: “Haz lo que yo digo, no hagas lo que yo hago”.
He tomado nota de las recomendaciones de libros que me ha hecho y prometo aplicarme en su lectura. Si me lo permite, aquí le dejo una dirección en la que podrá encontrar varios títulos en formato .PDF que seguramente serán de su interés: http://www.anarcocapitalista.com/pdf.htm
No se asuste por la dirección, cada vez me convenzo más de que el liberalismo se parece mucho a un libertarismo con corbata y traje de Armani.
Reciba un cordial saludo y una vez más mi agradecimiento.
Siga el blog, porque este verano publicaré una serie de artículos que responderán a clásicos clichés antiliberales como ese de que están bien los impuestos si se gastan bien, etc. La experiencia de Chile económicamente fue mejor que la de Argentina: ambos padecieron dictaduras, pero la chilena dejó al país mucho mejor cuando se fue que cuando llegó. En cuanto a que me compare usted seriamente con Valderas… En fin. Hasta pronto.
Ya he añadido su blog a mis favoritos. Le seguiré periódicamente, aunque he de reconocerle que sigo también otras páginas de signo muy diferente.
Me ha dejado intrigado con eso de los “clichés antiliberales”. Mi comentario no pretendía ser un argumento antiliberal sino simplemente mi actitud personal ante los impuestos y la que percibo en mi entorno en gente de muy distinta condición.
Como le decía en mi primera intervención, lo que más me interesa es la verdad y créame, si uno consigue desligarse de intereses personales, de simpatías más o menos arraigadas o de odios a veces inmotivados, y va al fondo de la cuestión, entiende que con mayor o menor intencionalidad, los economistas, sean de la escuela que sean, ocultan en uno de sus bolsillos las sabidas miserias que sus proyectos conllevan y muestran sólo sus grandezas que suelen reflejarse, casi siempre en los datos macroeconómicos y no en la microeconomía. Una actitud que para mí se asemeja mucho a la del niño que trata de encajar la pieza cilíndrica en el agujero cuadrado del rompecabezas a martillazos y luego se lo muestra a su padre buscando su aprobación.
Para mí, un paro sostenido del 20% y un puesto relevante a nivel mundial en desigualad no se compensa con aumentos del PIB tres o cuatro años después del Shock de Chile. Insisto en que es sólo mi opinión.
Al menos en lo que voy viendo, pocos de ustedes tratan de medir con sus herramientas matemáticas, el grado de felicidad de un ciudadano – ¡ojo! no confundir con el grado de satisfacción-.
Ciertamente no pretendía compararlo a usted con Valderas y le pido disculpas si se ha sentido ofendido por ello, sólo comparo actitudes, no personas. Poco importa que yo vea cierta incoherencia en ese comportamiento si a usted le parece compatible. Es obvio que puede hacer usted lo que quiera, dentro siempre de lo que pueda, claro está, al fin y al cabo esa es la libertad sin apellidos que algunos deseamos.
Hasta pronto Don Carlos.
Muchas gracias. Hasta pronto.