Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, también tiene un grave problema de credibilidad menguante. Como informó LA RAZÓN, el Banco de España no se cree los Presupuestos Generales del Estado elaborados por Warren y sus secuaces para este año.
En realidad, solo reconoce que los gastos previstos pueden ser los contemplados en el proyecto de PGE, aunque incluso ese capítulo puede estar equivocado, y el gasto dispararse más de lo previsto. Pero en lo referido al déficit, el gobernador Pablo Hernández de Cos subrayó que se incumplirá en al menos 8.500 millones de euros, con lo que alcanzará el 2 % del PIB, o incluso más. La explicación de este incumplimiento, aun aceptando las cifras de gasto, estriba en la poca credibilidad que tiene la previsión de un incremento de los ingresos públicos del 8,2 %.
Además de la triquiñuela de los trece meses del IVA, la escasa credibilidad de las cuentas de Warren estriba en dos deficiencias. Una es el ardid de suponer que se aumentan las bases fiscales y la respuesta de los ingresos (la llamada “elasticidad”) es mayor a lo que ha sido históricamente. Y la segunda es que las huestes de Warren simulan saber cuánto van a recaudar con los nuevos impuestos, cuando en realidad no tienen ni idea, porque parten de la ficción de que se pueden subir los impuestos sin consecuencia negativa alguna, lo que es falso, y especialmente en el contexto de una posible ralentización del crecimiento.
Hablando de consecuencias y de incredulidades, el Banco de España no se cree ni las cifras de paro previstas por Warren, entre otras razones porque la subida del salario mínimo va a conspirar contra la creación de empleo.
Pero entonces, si el Banco de España, como la mayoría de los analistas, no da crédito al Gobierno prácticamente en nada de lo que dice. ¿Cómo se puede explicar la persistencia mistificadora de Warren Sánchez?
Sospecho que hay dos argumentos extremos: el cariñoso y el cruel. El cariñoso es que Warren se miente a sí mismo, autoengañándose porque cree lo que dice. El argumento cruel es que nos miente, sabiendo en todo momento que sus medidas económicas son dañinas para el pueblo, pero que a él le conviene aplicarlas para ganar votos en las próximas elecciones y no ser barrido del mapa. Esa obsesión política es lo que le lleva a elevadas cotas de irresponsabilidad, como el hecho de haber agravado la insostenibilidad del sistema público de pensiones solo para granjearse el apoyo electoral de los pensionistas.
Entre ambos extremos, naturalmente, caben múltiples opciones intermedias. Pero sea cual fuera la explicación más acertada, la clave de Warren Sánchez no es que se engañe o nos engañe. Sabemos que todos los políticos se engañan o nos engañan. Eso va de suyo. La clave de Warren es que su credibilidad mengua a pasos agigantados.
Absolutamente de acuerdo, pues como siempre su análisis es claro y acertado, pero creo debemos ir llamando a las cosas por su nombre y, como usted ha explicado en otras ocasiones, a las pensiones, no se les puede atribuir tal nombre en toda su extensión, pues no hay ahorros pasra pagarlas, es además de una gran estafa social un nuevo impuesto.