El revuelo ocasionado porque la señora Irene Montero no dijo la verdad a propósito del coronavirus y la manifestación del 8-M ha ocultado la relevancia de sus ideas económicas.
Propuso o vaticinó “una salida antifascista de la crisis”, lo que es notable por tres motivos. Primero, porque sería la mejor noticia posible para las trabajadoras. Segundo, porque es sumamente improbable, dado que una salida antifascista sería una salida liberal, con menos intervención del Estado, menos impuestos y más libertad para las trabajadoras. Nada nos permite predecir que sucederá así. Y, tercero, porque si la salida de la crisis va a ser antifascista, entonces la misma doña Irene y su partido tendrán que cambiar radicalmente sus opiniones, cuya cercanía con las doctrinas fascistas es patente.