Nadie presume más de ser diferente que Pablo Iglesias y sus secuaces. Una y otra vez nos aseguran que ellos sí que son incomparables con los políticos de siempre, de la casta, etc. Y, mayormente, nos mienten.
Una añeja estrategia de la izquierda, como de las demás fuerzas políticas, es integrar posiciones contradictorias con objeto de maximizar sus apoyos. Así, por ejemplo, mientras la Izquierda Unida de Alberto Garzón llamó a boicotear la visita de Barack Obama a España, su socio en Unidos Podemos, el mismo Iglesias, acudió a hablar unos minutos con el presidente norteamericano, y a regalarle un libro.
Se dirá lo que se quiera, pero esto no es la nueva política, sino la vieja. De hecho, la contradicción fue exhibida en la izquierda hace más de treinta años, y para colmo en el seno del mismo Gobierno y del mismo partido, también a propósito de la visita de un presidente de los Estados Unidos.
En 1985 vino Ronald Reagan, y lo recibió Felipe González, que también había moderado su discurso, renunciando al marxismo, para ser alternativa genuina de poder. El vicepresidente, Alfonso Guerra, prefirió marcharse a saludar a los dictadores comunistas húngaros. Buena vista la del hermano de Juan Guerra. El alcalde madrileño, Enrique Tierno Galván, también se ausentó, y se procuró evitar que Reagan, presidente de la democracia más importante del mundo, hablara en el Congreso. Lo consiguieron: pronunció un discurso en la Fundación March (empleando, por cierto, un teleprompter, que llamó bastante la atención).
Hablando de novedades, no creerán los de Podemos que han inventado el populismo, cuando el propio Alfonso Guerra saludó la inicua expropiación de Rumasa al grito de: “¡Hala, tó p’al pueblo!”. Vamos, es que ni los collares parecen distintos.
Como Pablo Iglesias, también presumía Guerra de ser culto, y todos nos enteramos de su pasión por Mahler y Machado. Iglesias es seguramente más arrogante, y por eso fue y le escribió a Obama una dedicatoria en inglés…con faltas de ortografía.
Lo del libro regalado también revela la propensión izquierdista al sectarismo y la mendacidad. Se trata de un volumen sobre los estadounidenses que lucharon en la Guerra Civil española contra el franquismo. Lógico, no le iba a regalar Las armas y las letras de Andrés Trapiello, que cuenta la verdad, a saber, que la guerra no fue un enfrentamiento entre buenos y malos, ni entre demócratas contra antidemócratas, sino entre enemigos de la libertad.
Me dirá usted que la historia no se repite, sino que empeora, y que el revanchismo guerracivilista es más asimilable a Zapatero que a González. Puede ser, en efecto, que los collares de los supuestamente nuevos progresistas de Unidos Podemos sean más siniestros que ninguno que hayamos visto en los cuellos socialistas. Ningún veterano del PSOE habría incurrido en la última vileza del rapero podemita Pablo Hásel, que celebró la muerte del torero Víctor Barrio en la plaza de toros de Teruel.