Conocí días atrás a una joven catalana, que desde hace un par de años está viviendo y trabajando en Madrid, y con novio madrileño. Estaba preocupada por su tierra natal. Deploraba las tensiones, y concluyó que la incomprensión podría tener solución si lleváramos a una parte de los madrileños a Cataluña, y trajéramos a una parte de los catalanes a Madrid.
Evoqué la célebre frase atribuida a Pío Baroja: “el nacionalismo se cura viajando”. Se entiende el fondo acertado de la frase: como el nacionalismo es excluyente, y prima lo propio sobre lo extraño, entonces el viajar puede atenuar el ardor del sentimiento nacionalista, en la medida en que se vaya comprobando que en el mundo no hay principalmente naciones sino personas.
El valor de estas personas reside en ellas mismas, en sus valores y en sus actos, no en su nación, que además siempre es una construcción artificial. Suelo decir que las naciones no crean a los nacionalistas, sino que los nacionalistas crean las naciones. Es evidente que las naciones no son entidades petrificadas existiendo desde el origen de los tiempos. Van surgiendo por evolución de los pueblos y por la acción política. De ahí las dos acepciones tradicionales del nacionalismo, que recoge el DRAE: 1) “Sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia”; y 2) “Ideología de un pueblo que, afirmando su naturaleza de nación, aspira a constituirse como Estado”.
Una complicación del nacionalismo es que no es intersecante, es decir, un nacionalista no comprende con facilidad el nacionalismo ajeno, lo que se observa con nitidez en el proceso mediante el cual una nación es creada desprendiéndose y separándose de otra preexistente que la integraba.
En ese proceso, el viajar no tiene ninguna importancia, ni surte ningún efecto para mitigar el nacionalismo separatista, que por definición busca crear una nación. Entonces, la frase de Pío Baroja solamente tiene sentido si se refiere a los sentimientos de encono de una población frente a otra: eso sí que se cura viajando, pero no es un mal que afecte a la mayoría de la gente, que sí comprende las intersecciones y solapamientos de identidades nacionales, y se siente, por ejemplo, catalana y española, sin que ello le ocasione traumas insolubles, salvo que los políticos se los inyecten.
Eso mismo le pasó a la joven catalana que conocí, y que pedía que se hiciera lo que muchísima gente ya hace, empezando por ella misma. Catalana por los cuatro costados, ella hizo igual que muchos catalanes, madrileños, gallegos o andaluces: dejó su tierra y se marchó a otra. Decidió venirse a vivir a Madrid, aquí se enamoró y quizá se quede, o quizá no. Pero a la que claramente los políticos le han creado un problema que antes no tenía. Me dijo que estaba triste. Es que es una pena.
Lo siento – la vieja frase de que el nacionalismo se cura viajando ya no es valida – he vivido cuarenta años en Cataluña y he visto – y sufrido – la evolución cada vez más extremista desde que Jordi Pujol tomo las riendas .
He sido testigo como gente supuestamente sensata – con experiencia internacional y viajeros frecuentes por todo el mundo – altos ejecutivos y empresarios de multinacionales – se han cerrado cada vez más en su ideario nacionalista – haciendo imposible una conversación normal con ellos. He perdido bastantes – supuestos – amigos por no aceptar la deriva extremista y declarándome en contra de todo este proceso autodestructivo. Finalmente mi esposa – española y catalana – nos fuimos – ya no tenia sentido vivir en un ámbito cada vez más crispado. Al final tengo que dar la razón a mi suegra – e.p.d. – que me dijo en los años sesenta – » tu como alemán nunca entenderás a los españoles, y menos a los catalanes – habrá una segunda guerra civil » – y con me burlaba de ella – con respeto – hoy le debo pedir perdón.
Su tristeza actual es una pequeña parte de las consecuencias que vivirá si posee algo en Cataluña y los nacionalistas se lo acaban gestionando. Yo conozco a varios catalanes que estan pensando en irse porque lo ven venir y les indigna la situación y sus posibles consecuencias, tanto economicas como personales. Alguno queria traerse hasta los restos de sus antepasados.