Pablo Casado molesta bastante a la izquierda, señal de que acaso sea un buen candidato. Ahora bien, inasequible al desaliento en mi vocación de servicio al público, brindo a las huestes progresistas un consejo: cuidadooooo…
El aferrarse al máster facilón como a un clavo ardiendo tiene contraindicaciones. El Supremo quizá deje el asunto en nada. Otra contraindicación es que, con esto del máster de Casado, la izquierda puede abrir un peligroso melón. Si aquí nos vamos a poner puristas con los antecedentes profesionales y académicos de los políticos, esto puede tener como consecuencia que a la izquierda le salga el currículum por la culata. En las últimas décadas la profesionalización de la política y el enchufismo descarado en todos los ámbitos de la Administración han tenido como lógica consecuencia una generalizada degradación. Si las fuerzas de izquierdas empiezan a airear debilidades profesionales y académicas ajenas, pueden encontrarse con que las propias también resulten descubiertas.
Asimismo, en los ataques a Casado he comprobado que la izquierda se conduce con imprudencia, al olvidar el teorema del votante mediano, que predice que los partidos con opciones de Gobierno tenderán a parecerse. Esto les puede llevar a cometer algunos errores, como el de la presidenta del PSOE, Cristina Narbona que, al enterarse de que Pablo Casado había propuesto un Plan Marshall para África, protestó: “es lo que está planteando el PSOE en las instituciones europeas…Bienvenido señor Casado”.
La señora Narbona se equivocó doblemente. Por un lado, en la propia idea del Plan Marshall, que el pensamiento único considera el principal responsable del gran crecimiento económico de la Europa de la posguerra, lo que es un disparate no avalado por la evidencia empírica. Lo que hizo crecer a Alemania no fue la ayuda exterior sino la combinación liberal de paz, justicia y libertad.
Por otro lado, doña Cristina ignoró el teorema del votante mediano, y el hecho evidente de que la derecha es parecida a la izquierda. No es casual que Zapatero subiera los impuestos para preservar el Estado, y que Rajoy haya hecho después lo mismo por la misma razón. Ninguno cree en la libertad, sino en la coacción. Y el cuento del Plan Marshall para África no es una invención reciente del PSOE. Hace años lo propuso en Europa…¿Quién? Pues sí, claro que sí, Mariano Rajoy.