El excelente libro de Víctor Arribas, Goof! Los mejores gazapos del cine, publicado por Espasa, hará las delicias de los aficionados al llamado séptimo arte. Tiene, además, un atractivo especial para los interesados en el mundo de las ideas y la política.
Recoge Arribas las bobadas del pensamiento progre y fofo que descalificó a John Ford llamándolo fascista, y nunca le perdonó a Clint Eastwood sus películas…hasta que hizo Sin perdón. Pero me quedé especialmente prendado de un episodio revelador sobre las burocracias internacionales, que todo el rato insisten en coartar nuestros derechos y libertades, por nuestro bien, y porque no se nos puede dejar solos.
Un ejemplo luminoso de intrusión constante en nuestras vidas, y al mismo tiempo de tonto aplauso por parte de la mayoría de la opinión pública y publicada, es la Organización Mundial de la Salud. Nos hemos ocupado hace algún tiempo del fanatismo regulador de la OMS que quiso prohibir el jamón, anhela prohibir los coches y forzarnos a ir por ahí en bicicleta, y logró encarecer la Coca Cola, todo por nuestro bien.
Sin embargo, aunque soy capaz de creer casi cualquier cosa de estos burócratas (por cierto ¿habrá algún día un reportaje sobre la fortuna que cobran de nuestros impuestos?), confieso que pensé que algún límite tendrían. Pues no. Recomendaron que la película Casablanca fuera prohibida para menores. Dirá usted: no puede ser, debería ser al revés. Después de todo, es una historia ejemplar de amor y de sacrificio por la libertad y la lucha contra el fascismo.
¿Qué puede haber pasado? Dejemos ahora la palabra a Víctor Arribas que habla de la “apoteosis de la corrección política” en el capítulo 8 de su libro, y dice lo siguiente: “la OMS puede extralimitarse, o deslizarse por la peligrosa pendiente del intervencionismo respecto a la vida de los individuos, como ocurre con su visión peculiar sobre un clásico como Casablanca (1942). La doctrina que ha impartido la Organización, trasladando a los Estados su ‘recomendación’ en forma de llamamiento, considera que se debe calificar a esta obra de Warner Bros. dirigida por Michael Curtiz como no apta para menores de edad, solo válida para adultos que quieran corromperse a voluntad, porque en sus fotogramas…¡se fuma!”.
Esta increíble intrusión está amparada con el argumento de la influencia del cine en el hábito de fumar, que afecta al 37 % de los jóvenes en EE UU. Ironiza Arribas: “Cuando se conozca idéntica estadística respecto a los asesinos surgirá la primera censura de todos los tiempos contra el Macbeth de Shakespeare”. Y añade: “¿Colocará la institución sanitaria por excelencia la obra imprescindible Don Quijote de la Mancha en alguna clasificación dudosa por promover la ingesta de platos tan suculentos en 1605 pero tan aborrecibles e insalubres hoy como la fritada de ratas?”. No de usted ideas, don Víctor, por favor.