Ante la pregunta de si es bueno o malo que el Frob venda el 7,5 % de Bankia, podríamos recurrir a la historia conjetural: lo bueno habría sido no nacionalizarla. Esto nos arrinconaría en escenarios hipotéticos alternativos sobre qué habría sucedido si no hubiese sucedido lo que sucedió. Dejando esto de lado, la respuesta a la pregunta depende del precio de los activos. Una vez que dos terceras partes de Bankia pasaron a manos del Estado, con préstamos de otras instituciones también nutridas con dinero del contribuyente, y salvo que uno aspire a eternizar una banca estatalizada, lo bueno sería que el Estado se fuera retirando, con el menor coste para los ciudadanos.
Como Bankia, tras la suculenta ayuda recibida y una gestión racional, ha participado en el “rally” bursátil de los últimos meses, cabe concluir que fue un acierto desprenderse ahora de dicho porcentaje. A la objeción de que era mejor esperar y colocar los títulos a un precio superior cabe responder con la vieja comparación entre lo que vale un pájaro en la mano frente a la elusiva cotización de una bandada volando.
Se aumenta la liquidez de la acción, demandada por los inversores, se da la facilidad del “lock-up” de tres meses por parte del Frob, y todo pinta bien para el futuro, es decir, para poder seguir vendiendo a precios crecientes. Recordemos que, después de esta venta, el Estado sigue siendo el dueño del 60 % de Bankia y, lógicamente, quiere presentarse ante la opinión pública alegando que ha recuperado los 22.400 millones de euros de dinero público que recibió el banco. Incluso en ese caso siempre cabría discutir la pertinencia de los rescates, pero si el dinero no se recupera, lo que se pondrá en cuestión será el proceso mismo y la idoneidad de sus dirigentes.
(Artículo publicado en La Razón.)