Si hay una frase que se ha repetido hasta el hartazgo en los últimos años ha sido esa de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Esto requiere un resumen y una explicación. El resumen es una palabra: deuda. En efecto, si uno vive por encima de sus posibilidades, lo normal es que se endeude en exceso. La explicación tiene que ver con el único que puede hacer eso indefinidamente, porque sólo una entidad puede gastar siempre sistemáticamente más de lo que ingresa: el Estado. Y ese es el tema de un libro de los economistas y gestores de inversiones Bert Flossback y Philipp Vorndran, “La avalancha de deuda. Un peligro para nuestra democracia, nuestra prosperidad y su fortuna”, con estudio preliminar de Javier Santacruz y Marion Mueller, en Unión Editorial.
Capital y riesgo
Dirá usted: también explotó la deuda privada. Es verdad, pero eso se debió en buena parte al intervencionismo público, concretamente a la espectacular ola de liquidez internacional que orquestaron los bancos centrales de todo el mundo, empezando por la Reserva Federal de EE UU. Pero dado el intervencionismo que extiende la deuda en el mundo ¿qué hacer? Flossback y Vorndran apuntan a un peligro que es justamente el opuesto al que todos parecen temer en nuestros días, porque piensan que existe una sólida posibilidad inflacionaria. Y concluyen: “Ya no existe un tipo de interés real positivo seguro. Quien quiera mantener su capital, tendrá que correr riesgos. Y el que no quiera, ya los está corriendo”.
(Artículo publicado en La Razón.)