En vez de despotricar contra Pablo Echenique porque defraudó a la Seguridad Social, hay que prestarle atención.
Cuando hace unos años se supo que Juan Carlos Monedero había cobrado miles de euros de la tiranía chavista y los había disfrazado como ingresos de una sociedad, muchos se rasgaron las vestiduras, en lugar de subrayar que él hacía lo que multitudes, y por la misma razón: porque el marginal del IRPF es muy elevado.
Ahora pasa lo mismo, y muchos se han puesto estupendos porque, como hemos sabido gracias al Heraldo de Aragón, Echenique no pagó la Seguridad Social de un asistente. En vez de apuntar que, igual que con Monedero, la propia conducta de Echenique revela los costes que el Estado impone a la población, los reproches fueron hacia el líder de Podemos por no cumplir con las leyes, cuando la clave del asunto es que millones de personas no las cumplen, con lo cual es absurdo hablar de “ejemplaridad”. Al contrario, lo que hay que hacer es indicar ese incumplimiento masivo, y no cargar las tintas sobre Echenique, que solo se comportó como millones de otras personas, y para colmo él mismo lo dijo: habló de “esos millones de familias que participan de la economía sumergida”, señal evidente de que la defraudación ante las exacciones públicas no es un crimen contra la naturaleza ni contra la sociedad, no es como la violación o el asesinato, porque ninguna sociedad podría existir con millones de violadores. La defraudación, por tanto, es un delito provocado por el intervencionismo del propio Estado.
Al centrarse en su caso personal, le dieron a Echenique la oportunidad que necesitaba: pidió perdón, dijo que la culpa era que el Estado pagaba poco a los dependientes, y encima se dio el lujo de decir que él defraudó, pero que “el fraude fiscal sigue estando en un 70% en las grandes fortunas y el Ibex 35”. Pidió “abrir un debate”, como siempre piden cuando los pillan. Dijo que la economía sumergida es injustificable, pero sólo “si uno está en una buena situación económica”. Y se quedó tan ancho.
Hay que señalar la realidad: por ejemplo, los desahucios con intervención policial siempre fueron muy pocos. Como escribió J.L.Ruiz Bartolomé el miércoles en Expansión, el año pasado hubo cinco desahucios con participación de las fuerzas del orden. Y en 2012, cuando parecía que eran la gran tragedia nacional, fueron 267, mientras que Ada Colau cobraba un sueldo del Ayuntamiento de Barcelona simulando ser la Madre Teresa de los desahucios, y logró gracias a esa mentira ser alcaldesa.
Como apuntó Carmelo Jordá en Libertad Digital, la clave de Echenique es que él mismo con su conducta desmiente a Podemos: “no todos los que no pagan impuestos son viles capitalistas explotadores”, y el problema “no es la gravedad de su falta, sino que por mucho menos él estaría encendiendo la pira de cualquiera”.