Hace un año, sindicalistas de CC OO de Castilla La Mancha insultaron a la destacada empresaria gallega Rosalía Mera, cofundadora de Inditex con su exmarido Amancio Ortega, y que acababa de morir en La Coruña. En una serie de comentarios, los sindicalistas despreciaron a la señora Mera, aludieron con tono despectivo a su fortuna, y terminaron intentando relacionarla con los accidentes laborales y la muerte de trabajadores. Todo fue francamente repugnante, y así lo señalaron varias personas entonces, como Manuel Llamas en Libertad Digital (http://goo.gl/ZDjlRc).
Efectivamente, Rosalía Mera y su marido, ambos de origen humilde, construyeron un imperio desde la nada, con su esfuerzo y su talento; su empresa generó prosperidad y decenas de miles de empleos en todo el mundo. Ningún sindicalista ha hecho nada parecido nunca. Para colmo, doña Rosalía era una mujer de izquierdas, crítica con los recortes del gasto público, y que había destinado sumas millonarias para el cuidado de los discapacitados y otros colectivos vulnerables. Pero nada de esto frenó a los sindicalistas a la hora de denigrarla.
Este caso, sin duda particularmente extremo y detestable, en cierto modo refleja una actitud que por desgracia mejora lentamente entre nosotros: la desconfianza hacia los empresarios, como si fueran paradigmas de engaño o latrocinio. Quienes los censuran, como los sindicalistas, lo son de honradez acrisolada, como es sabido.
(Artículo publicado en La Razón.)