El Comité de Sabios socialistas ha recomendado subir los impuestos. Lógicamente, dirá usted, porque son socialistas. Pero el Gobierno, en sagaz cabriola, se ha presentado como protector del contribuyente. Los políticos socialistas, que no han hecho más que recomendar esa subida durante años, esgrimiendo toda suerte de falacias, ahora alegan oponerse a castigar a los ciudadanos. La satisfacción de sus representantes y partidarios fue diáfana, y dio lugar a una nueva ronda de propaganda, pero en sentido contrario, con consignas que indicaban que el tema debe ser aparcado por la guerra, hasta que se consolide la recuperación, etc. Yo me acordé de la OTAN, pero no por la guerra de hoy, sino por un viejo y celebrado truco de prestidigitación socialista.
El próximo sábado se cumple un nuevo aniversario del referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, a la que pertenecemos desde 1982. Se produjo entonces una doble paradoja, porque el PSOE, que había lanzado la campaña con el lema “OTAN, de entrada, no”, convocó un referéndum el 12 de marzo de 1986 apoyando la permanencia. La derecha, con Manuel Fraga a la cabeza, que siempre había apoyado el ingreso de nuestro país en la Alianza Atlántica, recomendó en ese referéndum la abstención.
Creo que de ese extraño episodio se pueden extraer lecciones para el presente. Cabe descartar, naturalmente, la ingenua idea de que, de pronto, los socialistas se han percatado de que subir los impuestos no propicia el crecimiento económico, el empleo y el bienestar social. Más razonable es concluir que el Gobierno no está interesado en el daño que puede causar la fiscalidad al pueblo, sino el que puede ocasionarle a él mismo. Podemos pensar lo que queramos sobre los políticos, pero no cabe fantasear con que van a actuar en contra de sus propios intereses.
Es decir, igual que a Felipe González no le convenía en 1986 seguir con consignas anti-OTAN, que lo identificaban con los comunistas y lo alejaban de su electorado moderado, en 2022 a Sánchez no le conviene subir (aún más) los impuestos. No es que no les convenga a los españoles, eso es evidente: es que no le conviene a él. No están lejos las elecciones generales, y en España, como en otros países, se extiende el hartazgo hacia los impuestos, de tal manera que aumenta apreciablemente la probabilidad de que los políticos que los suban pierdan las elecciones.
Si no los suben ahora, los socialistas harán explotar la deuda pública. Y el que venga detrás que arree. Y pague.
Ahora bien, si el que viene detrás es Núñez Feijóo. ¿Qué hará? ¿Defenderá a los contribuyentes o los castigará, como hizo su paisano Rajoy? No podrá, como su otro paisano, Fraga, abstenerse.