P.G.Wodehouse, el creador del mayordomo Jeeves, es el humorista inglés más famoso del último siglo. Capturado por los nazis en Francia en 1939, fue acusado injustamente de ser un traidor. Aunque fue defendido por figuras de la izquierda tan importantes como George Orwell (cf. http://www.drones.com/orwell.html), abandonó su patria para siempre y se instaló en Estados Unidos, país cuya nacionalidad obtuvo en 1955. Sólo en 1975, poco antes de su muerte, fue nombrado “Sir”. Pudo recibir el título porque siguió siendo súbdito del Reino Unido: había sido propuesto varias veces, pero los funcionarios británicos lo vetaron. Lo logró en última instancia, por la intervención del primer ministro, Harold Wilson.
Si sólo el exceso nacionalista pudo calificar a Wodehouse de traidor, un análogo desvarío izquierdista animó la idea de que fue un socialista crítico de las clases sociales. Es verdad que ironizó contra los ricos ociosos, como Bertie Wooster, pero no lo hizo con rencor. Como escribe Sam Jordison: “Una de las cosas que vuelve su escritura tan atractiva es la calidez de Wodehouse hacia el ser humano, cualquiera que éste sea” (https://goo.gl/KWGNZu).
Y esto sucede con su personaje socialista Rupert Psmith, un dandy con monóculo, expulsado de Eton, que describe así sus calificaciones en ese distinguido colegio: “Simplemente injuriosas. Merecedoras de una querella por libelo”. Pero es un hombre generoso con aquellos a quienes aprecia, como Mike Jackson. Su primer encuentro se produce en Mike meets Psmith. Allí expone sus ideas de izquierdas, cordialmente: “Estoy contigo, camarada Jackson. No te importará que te llame camarada ¿verdad? Acabo de hacerme socialista. Deberías afiliarte tú también. Trabajas por la distribución equitativa de la propiedad, y comienzas arramblando con todo lo que puedes y sentándote encima de ello. Debemos unir fuerzas, tú y yo. Somos compañeros de infortunio, corderos perdidos, ovejas descarriadas. Divididos, caemos; unimos, podemos”. Por si faltaran aclaraciones, especifica: “Y por encima de todo, nos saltaremos las normas”. Usurpan una habitación ajena, y Mike objeta: “¡No pensarás apropiártela!”. Responde Psmith: “Exactamente. Ese es exactamente el plan. Debemos reivindicar nuestros derechos. Esto es socialismo práctico”.
No hay duda de que, aunque siempre simpatizó con los débiles, la opinión de P.G.Wodehouse sobre los izquierdistas era que se trataba de oportunistas, más amigos del poder que del trabajo. Un “entretenido desdén”, es lo que sentía hacia ellos, dice Roderick Easdale en The Novel Life of PG Wodehouse (Acorn Books, 2014): “El socialismo de PSmith no es creíble y jamás se pensó que lo fuera”.
La violencia socialista está ilustrada de modo típicamente wodehouseiano en la funny story sobre Lenin y Trostky y un tiroteo que impide a éste meter un sencillo putt de dos pulgadas en The Clicking of Cuthbert, por cierto, la mejor publicidad del elegante deporte del golf que yo he podido leer.