Estas elecciones gallegas y vascas, que se presentaban en principio sumamente raras por la presencia de la pandemia, no han sido en última instancia tan raras.
Ganaron quienes se esperaba que ganaran. En Galicia, la izquierda anhelaba arrebatar al PP la mayoría absoluta, la cuarta, nada menos, a Alberto Núñez Feijóo. Pero los autodenominados progresistas sabían que era difícil, y finalmente el Frankestein gallego no pudo ser.