En el último informe Economic Freedom of the World que elabora el Fraser Institute hay varias novedades. Estados Unidos ha regresado a la lista de los diez países más libres económicamente: Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda, Suiza, Irlanda, EE UU, Georgia, Islas Mauricio, Reino Unido, Australia y Canadá.
Otros países y sus posiciones, de un conjunto de 162, son: Alemania (20), Japón (41), Italia (54), Francia (57), México (82), Rusia (87), India (96, China (108) y Brasil (144). España está en el puesto número 30, entre la República Checa y Costa Rica.
Los países menos libres económicamente del mundo son: Sudán, Guinea-Bissau, Angola, República Centroafricana, República del Congo, Siria, Argelia, Argentina, Libia y en último lugar Venezuela.
La clasificación adolece de una debilidad: los países pueden ser libres en un sentido, generalmente microeconómico, pero no libres en otro, como en la presión fiscal. Esto se comprende con facilidad atendiendo a los impuestos que se pagan en varios países de la lista de los diez supuestamente más libres.
De todas maneras, sí parece que más libertad equivale a más riqueza y al revés: la relación de las diez naciones menos libres es diáfana al respecto.
Pero no sólo ha aumentado la libertad económica en el mundo entre 1980 y 2016 (último año con datos completos), sino que desde 1990 aumenta más rápidamente en los países pobres que en los ricos. En ese período hay datos para 102 países que cuantifican esta circunstancia. Así, la media del índice de libertad económica en los 21 países más ricos era de 6,43 (sobre diez) en 1980 y de 4,91 para los restantes 81 países en desarrollo, con una brecha de 1,52 unidades. En 2016 la media de los países con rentas más elevadas era de 7,71, mientras que la de los países en desarrollo había dado un salto a 6,65, con una diferencia de 1,06 unidades.
No es casual que “a medida que la brecha en la libertad económica de las economías más desarrolladas y ricas, y las subdesarrolladas, se fue estrechando, la tasa de crecimiento del PIB per cápita del grupo en desarrollo se aceleró y ahora supera a la de los países de mayor renta”. Este fenómeno explica otro, del que hemos sido testigos en años recientes, para gran desasosiego del pensamiento único políticamente correcto: la desigualdad en el mundo está disminuyendo.
Finalmente, para quienes piensan, con razón, que la economía no lo es todo en la vida, y que la moral y la libertad en general son más importantes que los mercados, resulta que el índice de libertad económica no está desvinculado de la ética y la política. Al contrario, la libertad de los mercados mantiene una estrecha correlación con la honradez de los políticos y la protección de las libertades civiles.