La película empieza con Islandia y desde el comienzo el espectador recibe el mensaje de que lo malo es la desregulación y la privatización, las empresas multinacionales y los bancos privados. Ese lado oscuro, además, maneja los hilos. Cabría objetar que los bancos no suben los impuestos ni prohíben fumar, que están regulados por las autoridades, y que el dinero con el que fueron rescatados es público, monopólico y obligatorio. Se diviniza a George Soros, o el FBI, o incluso el FMI: vemos a un demagogo como Dominique Strauss-Kahn perorando sobre la codicia…de los demás, claro. También queda bien la eurócrata Christine Lagarde, y hasta la fauna equívoca del G-20.
Lo privado es lo corrupto: la prostitución y las drogas, por ejemplo, aparecen asociadas con la banca, lógicamente privada. Cuando los gobiernos son criticados sólo lo son por ser cautivos del poder financiero, y nunca por intervenir sino por no intervenir lo suficiente.
La demonización de Ronald Reagan se basa en la asombrosa teoría conforme a la cual el intervencionismo de Roosevelt de los años 1930 garantizó un sistema financiero estable y seguro hasta la década de 1980, como si el estallido del sistema monetario el 15 de agosto de 1971 no se hubiera producido nunca.
Y nunca explica realmente el “trabajo interno” de los sistemas políticos, económicos y monetarios. Habla de Fannie Mae y Freddie Mac y no dice que son semipúblicas. Los derivados financieros parecen producto de la perversión empresarial, y no de la expansión crediticia de la que esta película no habla o si lo hace no explica de dónde sale. Así, Alan Greenspan es malo por estar asociado a empresas y por ser supuestamente liberal, no por promover un masivo intervencionismo monetario que dio lugar a la burbuja que dio lugar a la crisis. Si Charles Ferguson no explica esto no es porque nadie lo sepa, no es ningún secreto: sólo hay que querer mirar. Si no queremos mirar, entonces concluiremos que la innovación es el problema y no la expansión financiera, y no veremos que la burbuja habría estallado en cualquier caso, con o sin derivados. Esta explicación fundamental es lo que falta: es como si la expansión monetaria fuera creada independientemente de los bancos centrales.