Escribo estas líneas sin conocer el resultado de las elecciones de ayer. Pero aunque Podemos haya obtenido un resultado peor que el esperado, su éxito es indudable, considerando el poco tiempo transcurrido, y probablemente condicione el gobierno, de momento, en ayuntamientos y autonomías de nuestro país. Por lo tanto, conviene prestarles atención. En la medida en que influyan en las Administraciones Públicas, el partido de Pablo Iglesias va a dirigir sus ataques contra unas personas. ¿Quiénes son? ¿Quiénes son los enemigos de Podemos?
La pregunta parecería puramente retórica, porque Podemos ha insistido en definir con nitidez a sus enemigos: son los de arriba, los ricos, los privilegiados, los grandes empresarios y banqueros, los millonarios evasores de impuestos, las élites y sus cómplices. Si usted, señora, no integra ninguna de esas categorías, usted no será considerada enemiga, y no tiene nada que temer, ¿verdad? Pues no es verdad.
Para probarlo, y como siempre sucede con Podemos, no hay que realizar pesquisas detectivescas: el rechazo a la libertad y a los derechos de los ciudadanos es transparente en ese partido, como por otra parte sucede también en buena medida en los demás.
Esto es particularmente diáfano en el caso de los impuestos. Según el borrador de su programa fiscal, de cuyos detalles informó hace unos días el periodista Manuel Llamas en Libertad Digital, no sólo Podemos plantea una subida histórica de impuestos directos e indirectos, sino también “el listado de medidas más radical de España y, posiblemente, del mundo desarrollado”.
Según Podemos, el llamado fraude fiscal es un “gravísimo cáncer”, y contra el cáncer, cómo no, hay que “luchar”. Podemos, como los otros partidos, nunca va a luchar bajando los impuestos, sino al revés: subiéndolos y persiguiendo a los que no paguen. Hasta ahí, todo normal, igual que es normal el odio a los paraísos fiscales, a la competencia fiscal, y a todo lo que pueda significar menos impuestos.
La “lucha” de Podemos no tiene límites. Por ejemplo, el domicilio dejará de ser inviolable, se potenciará la policía fiscal con miles de funcionarios, se pagará a confidentes, y por supuesto se expondrán públicamente los nombres de los defraudadores.
Usted dirá: bueno, eso no va conmigo, sino con las élites, los de “arriba”, los millonarios, el 1 %, etc. Pero no es así, por dos razones. Primera, porque la subida del gasto público que plantea Podemos nunca podrá ser financiada quitándoles el dinero a “los ricos”. Simplemente, no alcanza, aunque se lo quitaran todo. Es decir, la subida del gasto se va a financiar quitándole el dinero a usted, señora. Usted va a pagar más, aunque le parezca que pagan otros, como la famosa tasa Tobin sobre la banca, que ni es tasa, ni es de Tobin, ni es sobre la banca: es un impuesto que va a pagar usted.
Y ahora, agárrese. La segunda razón por la que usted está muy concernida es porque Podemos quiere rebajar de 120.000 a 50.000 euros la cuantía para considerar objetivamente la comisión de un delito fiscal, vamos, para meter a la gente en la cárcel.
Qué cosa más curiosa ¿no? Insisten en que sus enemigos son sólo los ricos, pero es mentira, porque esa medida obviamente no tiene nada que ver con una minoría acaudalada. Tiene que ver, mire usted por dónde, con numerosos ciudadanos de la llamada clase media, que gracias a Podemos pueden terminar entre rejas. Tiene que ver con usted, señora.
(Artículo publicado en Expansión.)