Varias voces, como el Economist de esta semana, han advertido que la pandemia es mala para la salud de la gente pero buena para la salud del poder. El coronavirus ha brindado renovados bríos a los enemigos de la libertad, que ya están sosteniendo que el mal es una consecuencia de la hiperglobalización y el fundamentalismo de mercado que hemos padecido. Los datos, como siempre, les traen sin cuidado.