Un clásico antiliberal es que los impuestos no pueden bajar porque el gasto público no puede bajar. Cuando los liberales planteamos que ambos disminuyan, los socialistas de todos los partidos saltan sobre nosotros, pretendiendo defender a los damnificados. Denuncian que si cae el gasto público estarán en riesgo las pensiones, la educación y la sanidad. El antiliberalismo ha enriquecido el bulo con el paso del tiempo, aunque el patrón subyacente es similar.