Escribe Alfonso Guerra: “La generación a la que pertenezco carecía de un magisterio natural. La inmensidad de los profesores, intelectuales y artistas yacían en las prisiones, debatían su supervivencia fuera de los centros educativos, en los campos de concentración, se acomodaban al duro pan del exilio o reposaban en los cementerios por la bárbara política de exterminio de los recientes dueños del poder” (Una página difícil de arrancar. Memorias de un socialista sin fisuras, Planeta, 2013, pág. 584).
Manipular para seducir
Es la desmemoria histérica, es decir, la manipulación de la historia con el objetivo de seducir. Así, la llamada memoria histórica no tiene como objetivo recordar el pasado sino desfigurarlo y convertirlo en un arma política. Apunta Santi González en Lágrimas socialdemócratas que la Asociación para la Memoria Histórica abrió una fosa de la Guerra Civil, y, al descubrir que allí había enterrados muertos de los dos bandos, ¡se desentendió de los esqueletos!
Es muy cierto lo que Ud. dice. En cualquier mente normal todo eso debería ser un debate histórico. Ya hace más de 70 años de eso. Los políticos se deberían dedicar a trabajar sobre la sociedad actual y preparar la del futuro. Andar con todo eso es una estafa. Por ejemplo, meditar sobre si hay ahora o no lo hay páramo cultural.