Luis Alfonso López García ha obtenido el título de doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Rey Juan Carlos con la tesis, Modelos de requerimientos de recursos propios para la banca: crítica austriaca de Basilea I y Basilea II, dirigida por Jesús Huerta de Soto.
Dice el nuevo doctor: “Un banco que tuviera el 31-12-2007 una cartera bien diversificada de acciones cotizadas que replicara el índice bursátil S&P 500 habría sufrido unas pérdidas del 45 % entre esa fecha y el cierre de noviembre de 2008. La normativa de Basilea I exigía un capital (una resistencia) del 8 % para esa cartera bursátil. Los acontecimientos probaron que la resistencia era débil y que los vientos financieros habrían derribado incluso una resistencia cuatro veces mayor”. Las modificaciones a Basilea I miden la resistencia a través de modelos VAR que consideran un historial de eventos muy escaso y una reducida vocación de resistencia: 10 días.
La banca ha presionado para que no aumente la exigencia de capital, para poder endeudarse más; pero la banca se endeuda con pasivos exigibles a corto y activos realizables a largo. Se habla de puertas giratorias, problemas de agencia, etc. pero “en otros sectores (farmacéutico, construcción de obras públicas, transporte de viajeros) los vigilantes del sector público prefieren pecar cometiendo el error de inacción (no aprobar un fármaco beneficioso) antes que caer en el error de acción: aprobar un fármaco que puede tener consecuencias negativas desconocidas. En la banca, por razones que no entendemos, abunda mucho más el error de la acción”.
Se sabe que no se pueden esperar grandes beneficios sin riesgos de grandes pérdidas, pero “Basilea, de hecho, no aplica este principio prácticamente nunca”.
Un banco vive de sus márgenes: “si para un mismo capital dobla la cantidad que presta y la que toma prestada, también dobla el beneficio”, y también duplica su riesgo: se comprende que exista un interés en maximizar los riesgos.
La banca de EE UU sale en 2008 de un escenario que imaginaba que sería como el del 2001, pero la expansión de la liquidez fue mayor y la crisis mayor. “Una banca que se hubiera preparado para el crack de 1929 y sus secuelas o para el pánico de 1907 quizá no habría requerido de la asistencia del sector público y sus efectos secundarios”. No es un tema contable ni de provisiones genéricas o anticíclicas. López García dice que la contabilidad debe reflejar verazmente la realidad de la empresa, y no futuras pérdidas aún no realizadas. “Perseguir la solvencia por medio de la contabilidad llevará a infravalorar la cobertura de los riesgos. El sistema financiero, como un edificio, será sólido porque para cuando se produzca el terremoto, los cálculos conservadores de resistencias sean capaces de aguantar la tensión. La contabilidad, la evaluación de años, el inventariado, cuentan poco de cara a la prevención de una crisis”.
Yo que usted no me perdería este rincón el próximo lunes.