Hace tiempo publiqué en Expansión un artículo titulado “Hacienda y todos” (www.carlosrodriguezbraun.com). Dije que Hacienda no somos todos: el poder nos intoxica para que lo creamos, y no resistamos sus exacciones. Sostuve que el fraude fiscal no es un delito contra las personas, y tampoco un robo, porque no tiene víctimas definidas, salvo el Estado, que no es una persona ni un grupo, y que nunca puede ser identificado plenamente con la sociedad. Es verdad que el Estado satisface necesidades colectivas, pero resulta que entre las necesidades más importantes de los ciudadanos figura la de preservar sus ingresos. La cruda realidad es que Hacienda somos todos los que no podemos evitarlo.
Doña Cristina @cris_ayala_, senadora del PP y seguidora de mi cuenta en twitter (@rodriguezbraun), me reprochó que cuestionara la coacción impositiva: “Seguramente por eso reciben ese nombre, ‘impuestos’, porque si fueran voluntarios no les pagaría ni el Tato. Pero de ahí a poner en duda su legalidad, por falta de ‘moralidad’ va un trecho largo y peligroso”.
Si sólo pagamos porque Hacienda nos amenaza, entonces ¿de qué democracia hablamos cuando afirmamos que expresa las preferencias populares? Y si es “peligroso” cuestionar la moralidad de la coacción fiscal, ello equipara ética y política, lo que puede pulverizar los límites del poder, es decir, la libertad. En lo que acierta la señora Ayala es en que los impuestos son legales, lo que no resuelve más que el inconveniente de las propias autoridades a la hora de justificar sus políticas. Como apuntó Simón @OrcishOzu, en ese terreno estamos ante el problema de la legitimidad y la política al “aceptar un positivismo jurídico absoluto”.
Terció entonces el profesor @BenitoArrunada matizando las preferencias de todos en torno a la legitimidad, empezando por la mía, “que es intrínsecamente subjetiva y por tanto sentimental”. Respondí: “No es sentimentalismo. Si aceptas que cualquier presión fiscal legal es siempre legítima, y siempre una obligación moral, we have a problem!”. La evasión fiscal es ilegal, por supuesto, pero no necesariamente ilegítima ni siempre y en toda circunstancia inmoral. Arruñada resumió el debate con esta pregunta: “¿Cómo se sostendría el Estado de Derecho si aceptáramos el independentismo fiscal que defiende Rodríguez Braun?”.
Nótese que el independentismo fiscal (o su supresión) se referiría a las personas, no a los colectivos, pero la forma de garantizar derechos y libertades con ese independentismo sería someterlo a las mismas restricciones que deberían sujetar al independentismo nacionalista para que no sea liberticida, como que debe brotar de la decisión libre de mayorías muy significativas, y nunca imponerse mediante mayorías exiguas o incluso inexistentes. En ese caso veríamos, por tanto, cuánta gente quiere pagar impuestos, y…volveríamos al principio. Si hay suerte, igual recordaríamos que una cosa es el Estado de Derecho y otra el Derecho del Estado.
Pues en contra de la mayoría pienso que los impuestos llevan implícito un alto grado de inmoralidades, ejemplos: 1º) Como se justifica que un profesional trabaje 50 o 0 horas semanales, se juegue su dinero, pague un 50% de IRPF, mas los genéricos como Ivas, Gasolinas, Alcoholes, Ibis, municipales, etc. etc. y haya miles de ciudadanos que sin ser agricultores estén cobrando un sueldo mensual de entre 500 y 900 € mensuales?. 2º) Como es posible que matricule a sus hijos en un colegio privado y también tenga que contribuir a la publica? 3º) Porque con una cobertura privada de sanidad tiene que contribuir a la pública, si nunca la usa? 4º) Porque hay mas de un millón de pensionistas que nunca han con tribuida y cobran del fondo de las pensiones, e igualmente pasa con la sanidad. 5º) Porque el Ayuntamiento reparte cheques, regalos, ropa, etc. etc. entre gente que ni siquiera son españoles? Se ha preguntado a los que tributan lo que hacen con su dinero. 6º Porque las Comunidades Autónomas financian obras publicasen países extranjeros haciendo obras con mi dinero? .
Nadie va a administrar mejor mi dinero que yo, eso es lo moral, y lo inmoral es que me lo quiten del bolsillo y lo empleen en todas esas actividades inmorales.