Ahora parece que el problema fiscal de nuestro país es el cupo vasco, y se organiza el gran debate sobre si hay que extenderlo o no, y especialmente sobre qué cosa es una “financiación justa”. No intente usted encontrar a alguien entre los que peroran insistentes acerca de la financiación justa que haga alguna vez alguna referencia a las multitudes sufridas que pagan los impuestos.
Hace un tiempo dijo Pablo Iglesias: “la patria es la gente, es defender que haya hospitales públicos, escuelas públicas”. O sea: + gasto = + patria. Pero como el gasto público no es gratis, resulta que: + gasto = + patria = + impuestos. La forma de eludir el coste político de esta triple igualdad es ignorar a los pobres que pagan impuestos, y concentrarse sólo en los ricos que no los pagan.
Eso hizo don Pablo: “los que tienen cuentas en Suiza y paraísos fiscales no se atrevan a pronunciar la palabra patria si no pagan los impuestos aquí”. El absurdo es patente, porque tener cuentas declaradas en el extranjero es legal, como es legal que una mujer española fije su residencia en Venezuela y pague impuestos en Caracas. ¿Diría entonces el señor Iglesias que esa mujer no es patriota porque siendo española no paga impuestos aquí?
Para colmo, Iglesias negó la consideración de patriotas a los que “cierran escuelas y hospitales”. Como el gobierno de Mariano Rajoy aumentó el gasto público en esos capítulos, ¿lo saludará por su patriotismo”.
Tampoco ayudó a clarificar las cosas Íñigo Errejón: “Ser patriota es defender a la gente, a su dignidad y los derechos frente a los tratados que mercadean con nuestra salud, nuestros derechos y nuestra cultura. Primero la gente, no el beneficio de unos pocos”. O sea que el patriotismo digno estriba en impedir a la gente que comercie libremente con otra gente que vive en el exterior, porque eso solo beneficia a “unos pocos”. Realmente, la empanada mental de estos progresistas es apreciable.
Resumió el asunto el periodista Ignacio Escolar: “La lealtad a España se declara en el IRPF, no frente a un rey o una bandera. La pobreza se combate con impuestos para mantener el Estado del bienestar, no con caridad”. Pero la pobreza no se combate con impuestos, entre otras cosas porque los impuestos equivalen a la sustracción de riqueza ya creada. La propia expresión de que son otros los que la combaten es típica del paternalismo populista, como si no fueran los propios pobres los protagonistas de esa lucha.
Es grave identificar el patriotismo con la coacción sin límites. En efecto, si afirmamos que la lealtad a España es pagar impuestos, no se plantea ningún límite a la coacción política y legislativa. Es decir, se deja la libertad de la gente a los pies de los caballos del poder.
La cuestión no es que existan «políticos» populistas además de simples. El problema es que intentan guiar y conducir a la gente como «el rebaño de Panurgo»
Hola me llamo David es muy interesante lo que lei aquí a mi no me gusta el patriotismo y desde hace aproximadamente 3 años Pablo Iglesias lo predica
me chirría bastante la palabra patriotismo pues es mera altanería a mi parecer me gustaría saber pues en google buscaba algún artículo
que relacionase el patriotismo con la coacción en cuanto a que yo por haber nacido en un país no considero tener deberes u obligaciones para con el mismo por el mero motivo de nacer aquí y me llamo muchísimo la atención esa frase que pones «es grave identificar el patriotismo con la coacción sin límites»
llegué a la conclusión de que el patriotismo era mera coacción pero me gustaría saber el por que opinas que es grave,
gracias de antemano.
Hola David, gracias por escribir. El patriotismo no es mera coacción de por sí. Puedes leer el interesante ensayo de José Luis González Quirós: «Apología del patriotismo», en Editorial Taurus. Mi crítica era al uso que la izquierda y la ultraizquierda hacen del patriotismo. Y, efectivamente, Pablo Iglesias y los suyos insisten en que la patria es equivalente a los servicios públicos, es decir a los impuestos. Como no es razonable ponerle límites al amor a la patria, la conclusión es que no tiene que haber límites a la coacción política y legislativa, lo que obviamente significa pérdida de libertad y derechos de los ciudadanos.