Hacks, generaciones y economía

Aunque tiene varias acepciones en inglés, un hack en el periodismo o la escritura es una persona poco creativa y que, por tanto, tiende a repetirse. Los personajes de la serie Hacks, y muy especialmente sus dos protagonistas, son justo lo contrario.

Aclamada por crítica y público, Hacks cuenta con inteligencia, sensibilidad, y mucha gracia, la historia de dos artistas, una monologuista famosa y sexagenaria, y una veinteañera guionista de comedias. Dijo Lucia Aniello, co-creadora de la serie: “En algunos sentidos ambos personajes tienen mucho en común. Hablan sin duda el mismo lenguaje de las mujeres divertidas. Pero, por otro lado, sus contextos son totalmente diferentes”.

Llegan, en efecto, a aborrecerse, y hay momentos entretenidos donde el choque generacional entre el conservadurismo de la mayor y el progresismo de la joven se plantea abiertamente en asuntos como la economía, la política, la comida o el medioambiente.

El choque generacional entre dos mujeres talentosas que comprenden tras mucha resistencia que son recíprocamente indispensables tiene lugar en un contexto de heridas personales. Apuntó John Anderson en el Wall Street Journal: “Hacks es fundamentalmente una serie sobre el dolor, y por eso su humor es tan electrizante”. Señaló Daniel D’Addario en Variety: “las dos se dedican a la misma actividad por la misma razón que otros comediantes: porque algo hay en sus vidas que resulta atormentado y deben superarlo con risas”.

En la serie vemos los matices de las relaciones entre los artistas y el público, y la importancia de la solución de los conflictos familiares, pero también vemos mensajes económicos sin cesar, porque hay negocio y empresas por todas partes. Sin idealizar en absoluto el mundo de los negocios, Hacks demuestra al mismo tiempo dos claves de la economía de mercado: primera, que todo descansa en pensar en el prójimo, en lo que necesita o, como en este caso, le puede arrancar una sonrisa o una carcajada; y, segunda, que las empresas están rodeadas de incertidumbres y riesgos, y de ahí la importancia de formar buenos equipos con directivos diestros y perceptivos.

Una nota final en homenaje a los grandes del humor del pasado. Sus películas tenían tan vedado el sexo, en imágenes y palabras, que la sexualidad, y aún más la homosexualidad, que son profusas en Hacks, solo eran objeto de ingeniosas alusiones y dobles sentidos, como en la escena de Una noche en la Ópera en la que Margaret Dumont está en la plancha a punto de abordar el buque, seguida por Groucho y el equipaje. Ella se gira y le pregunta, aludiendo obviamente a las maletas: “¿Estás seguro de que tienes todo?”. Y Groucho responde: “No he recibido ninguna queja hasta ahora”.