El gambito en ajedrez es un “lance que consiste en sacrificar, al principio de la partida, algún peón u otra pieza, o ambos, para lograr una posición favorable”. El gambito de Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, es igual, pero la pieza en cuestión no se da cuenta de que está siendo sacrificada.
Así, la mil veces voceada subida de las pensiones oculta el saqueo a los trabajadores cotizantes. La subida del salario mínimo, otra estrella de la propaganda de Warren y sus secuaces de la izquierda y los sindicatos, impide ver a los trabajadores arrojados al paro o a la economía sumergida, o los puestos de trabajo que por dicho aumento no se han creado. Para completar la maniobra, no olvidemos el maquillaje de los fijos discontinuos.
El Gobierno ha sido diestro a la hora de engañar al pueblo con la clásica usurpación del poder: los impuestos. Machacó sin cesar con el bulo de que la “coalición progresista” se dedica con todo su afán a “extender derechos”, disfrazando la cruda realidad: lo que ha extendido Warren son obligaciones, como no podía ser de otra manera. En efecto, toda expansión del gasto público es sufragada por los contribuyentes.
El ardid de Warren giró en torno a la progresividad en frío: no actualizó las tarifas del IRPF, con lo cual castigó a millones de trabajadores, y, añadiendo insulto a la injuria, proclamó a los cuatro vientos que había bajado los impuestos a la clase media.
Lo que hizo fue lo contrario, como apuntó Daniel Viaña en El Mundo: “Hacienda vuelve a dejar fuera de su rebaja de IRPF a ocho millones de contribuyentes. El Gobierno ha vuelto a dejar a buena parte de la clase media trabajadora fuera de sus medidas de alivio fiscal”. No hablamos de opulentos, ni nada que se le parezca, sino de personas que declaran entre 22.000 y 60.000 euros: “Esos cerca de ocho millones de trabajadores son los grandes pagadores del IRPF, impuesto que en 2023 marcó un nuevo máximo histórico en términos de recaudación”.
Dirá usted: al menos Warren habrá beneficiado a los más pobres. Pues, no. Como señaló Ignacio Ruiz-Jarabo en The Objective, el Gobierno erigió un muro que los dividió, y castigó a “aproximadamente cuatro millones de contribuyentes cuyos ingresos, aunque superiores a 21.000 euros, son inferiores a 30.000 euros. los ingresos de la mayor parte de este grupo son inferiores a la renta media de los españoles. Quiere decirse que más de dos millones de contribuyentes cuyos ingresos son inferiores a 26.000 euros siguieron sufriendo en el IRPF el ilegítimo castigo inflacionista”.
Y entre tanto, Warren y su banda no cesan de repetir que ellos solo dañan a una minoría acaudalada. Ojo al gambito, señora.