Hace muchos años ya que ironicé en EXPANSIÓN sobre la justicia social y el fútbol. Sostuve que un fútbol socialmente justo debería ampliar el tamaño de las porterías del Barça o el Real Madrid para que fuera fácil meterles goles, y reducir a metro y medio las porterías de los equipos modestos para que tuvieran igualdad de oportunidades frente a los clubes opulentos. Rizando el rizo, dado que no todos los jugadores ganan lo mismo, sugerí que se aplicara en las botas de los más ricos un dispositivo que, aleatoriamente, bloqueara sus movimientos para facilitar el juego de los futbolistas más pobres.