El escenario económico de las últimas cuatro décadas ha venido caracterizado por tipos de interés bajos, estancamiento en los salarios reales, presiones deflacionarias, traslado de la industria a Asia, y por la reducción de la desigualdad en el mundo, aunque aumentó en algunos países. La tesis de Charles Goodhart y Manoj Pradhan, en un Documento de Trabajo del Banco Internacional de Pagos de Basilea, es que la explicación reside en la demografía, en especial por la integración de la población activa de China y los países de Europa del Este en la economía global. Y si lo explica, dado que esa dinámica demográfica se revertirá, posiblemente, también lo harán esas tendencias (“Demographics Will reverse three multi-decade global trends”, BIS Working Papers, Nº 656, agosto 2017).
Sabemos que la demografía genera o agrava algunos problemas, típicamente en las pensiones, por la reducción en la fertilidad y el extensión de la longevidad. Pero el incremento de la población pudo expandir tanto el ahorro como la oferta de trabajo, con lo que presionó a la baja tanto a los tipos de interés como a la productividad y los salarios.
Pero si la población cambia de tendencia, entonces el coste de la mano de obra subirá y caerá el del capital. Sabemos que el ahorro y la inversión globales deben ser iguales en una economía cerrada, como es la del mundo en su conjunto, con lo que si un país ahorra mucho, otros lo harán menos y tendrán déficit de balanza de pagos. Estos autores predicen además más gasto público, más impuestos y más inflación. El principal problema para ellos es la enorme deuda alimentada por las políticas monetarias y fiscales expansivas.
En cuanto a la desigualdad, Goodhart y Pradhan no confían en la gran estrella del progresismo igualitario: “Piketty es historia”, aseguran. La razón es que el aumento de los salarios reducirá la desigualdad dentro de los países. La relación capital/trabajo también subirá, con lo que la desigualdad bajará a un ritmo gradualmente descendente, “porque el gasto de capital probablemente reemplazará los empleos de poca cualificación, afectando a esos trabajadores negativamente”.
Como es obvio, esto puede suceder, o no, como diría Rajoy. La red social del Estado de bienestar puede abaratarse; las personas mayores pueden trabajar cada vez más, en vez de jubilarse (personalmente, estoy en ello); la población puede frenarse en China, que se encontrará con menos ahorros y familias más pequeñas por la siniestra política comunista que prohibió tener más de un hijo, pero puede acelerarse en África o la India; los países ricos pueden importar menos trabajo y exportar más capital a países con poblaciones crecientes. Y otras tendencias contrarrestadoras, singularmente el cambio en el peso de la financiación, con menos deuda y más equity.