El hecho de que personas y doctrinas diferentes enarbolen la bandera del liberalismo solo puede asombrar a quienes desconocen la historia de las ideas o cultivan el apego a las etiquetas exclusivas. No por esa diversidad es aconsejable abandonar el término, del mismo modo que resultaría absurdo dejar de hablar de socialismo solo porque lo hayan respaldado socialistas diferentes, como Pol Pot y Pedro Sánchez.