Los liberales suelen apreciar la frase de Lord Acton: “el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Pero esta idea no sirve como valladar contra los intervencionistas que suelen recurrir a su paraíso: las naciones del Norte de Europa. Y así como subrayan la eficacia del Estado de bienestar en países como Suecia, también insisten en que allí no se cumple la vieja máxima que sugiere que el poder y la virtud se hallan entre sí en proporción inversa.
La aparente refutación de Lord Acton
El modélico Welfare State nórdico es, efectivamente, en muchos aspectos un mito, y los propios gobernantes de esos países lo han ido recortando para que la presión fiscal, que sigue siendo elevadísima, no acabe del todo con la riqueza y el bienestar. Pero la honradez política nórdica no parece ser un cuento, sino una realidad. Todas las investigaciones que se realizan sobre la corrupción arrojan el mismo resultado: Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia han dado el esquinazo al viejo Lord Acton, porque son Estados muy onerosos, y sin embargo las Administraciones Públicas son manifiestamente más honradas que las de otros países cuyas autoridades infligen a sus súbditos una presión fiscal menor.
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