En el artículo anterior analizamos las dificultades que afronta la reducción del gasto público, y los incentivos que llevan a los políticos a incrementarlo. Y sin embargo, en algunas circunstancias no lo aumentan o incluso lo reducen. Su argumentación se limita a menudo a una idea aparentemente sencilla: “no hay dinero”.
El Estado no es una familia
Cualquiera puede entenderlo. Cuando las familias ven disminuir sus ingresos, hacen lo propio con sus gastos. Pero la asimilación entre el Estado y cualquier otra institución es engañosa: el Estado no es una familia, como tampoco es una empresa, una comunidad de vecinos o un club. Ya hemos anotado en este serie su rasgo esencial: el Estado monopoliza la violencia que él pretende que es legítima. Así, el Estado es una “familia” tan peculiar que puede arrebatar por la fuerza bienes de otras familias; ninguna familia ni ninguna persona pueden hacer eso sin acabar en la cárcel.
Claro el estado sera entonces lo que los liberales digan; menospreciando la carga bien intencionada y humana que pueda tener ese concepto y que siempre es perfeccionable. El estado PRETENDE regular para todos las imperfecciones y corruptelas humanas en cuanto a la empatia y la etica y la organizacion humana . El estado no es un ente vivo, pero casi: en una sociedad compleja de comunidades de millones de personas donde la interacción en cualquier materia es laberíntica, la organización mediante normas del juego o juegos (incluido el capital), termina siendo eso, el estado, o sea TODOS, queramos o no. Esas ideas sobre los clichés son clichés. Aunque lo parezca el capital no es dios, solo es una herramienta y ni siquiera la principal, esa es la ceguera y/o escusa del «liberal»,,,, si, y el estado tampoco es dios, solo son reglas y las reglas, si lo vamos haciendo bien no son esclavitud aunque tampoco libertad SON REGLAS. Ahora bien los pasados modelos de estado, los modelos de estado actuales pueden tener sus fallos y, por encima de todo sus corrupciones que vienen del el poder del dinero y sus poderosos, de la ambición desmedida, de la psicopatía, del miedo a ser menos y el miedo a la escasez… y de otros miedos humanos. En los estados mas pobres pero tambien en los estados mas corruptos que menos termina pasando que – no hay dinero- y esto que… si, es una idea idea sencilla, es algo que sabemos y que sabemos sus razones porque no somos tontos.
No se trata de que el Estado sea lo que los liberales digan sino los que todos digan. No es “queramos o no”. Es “queramos”. Para eso el Estado debe respetar la voluntad de todos, no del capital. Y “todos” no es un cliché. Lo que es un cliché es creer que cuando el Estado interviene lo hace en nombre de todos, cuando sólo lo hace de una parte. Es absurdo hablar del poder del dinero cuando es el Estado, precisamente, el que tiene poder sobre el dinero. Eso del temible poder del dinero es, precisamente, un cliché.