Esta imagen corporativista gusta mucho a numerosos políticos, en particular en nuestro país, que disfrutan fotografiándose con empresarios, montando con ellos ampulosas instituciones, comisiones y consejos variopintos, y simulando que están asociados con un mismo objetivo: el bienestar y la prosperidad de la ciudadanía. Esto, naturalmente, hasta que las medidas anti-empresariales que toman esos mismos políticos dan su resultado habitual y la economía entra en crisis; es entonces cuando las autoridades suelen comportarse como socios desleales y echarles a los empresarios la culpa de todas las desgracias, como vimos en el segundo artículo de esta serie.