“Economía Canalla”

La economista y periodista Loretta Napoleoni reúne en este libro que publica Paidós tópicos de la corrección política, empezando por que la caída del comunismo nos ha depositado en un mundo peor. Una persona que piensa esto ya puede pensar cualquier cosa, por ejemplo: “la economía salvaje no es un fenómeno singular, sino que forma parte del ying y del yang de la historia”. ¿Qué tal?

Lo malo es la libertad y el capitalismo, porque cuando cayó el Muro de Berlín, “el Estado perdió el control del mercado…la economía cesó de ser un servicio para los ciudadanos y se convirtió en una fuerza salvaje, orientada exclusivamente a ganar dinero rápido a expensas de los consumidores…la economía salvaje impone una baja calidad de vida que es perjudicial para todos, ricos y pobres…conforma las vidas personales; no sólo dicta la forma en que vivimos, sino también la forma en que morimos”.

Esa mala noticia, la caída del Muro, no ha aumentado la libertad sino la opresión, “la maraña de ilusiones que atrapa a los consumidores”. Y también la pobreza, sobre todo en EE UU, el peor país del mundo. En cambio, desde que cayó el comunismo ha aumentado la prostitución, apunta esta señora que no se ha dado una vuelta por Cuba. Para ella el paraíso son los países nórdicos, porque sus impuestos son muy elevados. Uno puede irritarse mucho leyendo este libro, de una economista que no entiende el teorema de las ventajas comparativas de Ricardo (pág. 46), pero es más aconsejable tomarlo como una recopilación del pensamiento único: “En EE UU, un nuevo asesino anda suelto: la obesidad”.

            Todo lo malo está asociado con la libertad y sus instituciones, como la propiedad privada y los contratos voluntarios. Lo bueno, a sus opuestos. Las empresas son explotadoras, los trabajadores son esclavos, los consumidores son idiotas, y la Internet es pornografía infantil. A muchos progresistas de nuestro país les encantará, aunque deben recordar que en la página 168 doña Loretta acusa a España de ser la conexión internacional de la pesca ilegal.

            Repite mucho el camelo políticamente correcto de que tras la crisis del comunismo los ciudadanos han quedado desprotegidos porque los gobiernos se han retirado, cediendo sus trastos al mercado libre, una completa falsedad. Curiosamente, reitera esta bobada en un capítulo donde habla de los beneficios del tráfico de drogas, que se deben a la ausencia del mercado libre y la omnipresencia del intervencionismo.

            En este cambalache que termina aplaudiendo las finanzas islámicas, no todo es, empero, basura. Están bien las críticas a la persecución de los ciudadanos con el argumento del terrorismo, y la condena a la ayuda exterior como receta para luchar contra la pobreza.