“Homo Algorithmus”

El Diccionario de la Academia ya ha incorporado a la palabra “dato” desde la informática una nueva acepción: “Información dispuesta de manera adecuada para su tratamiento por una computadora”. Este breve pero interesante volumen [Alquimia. Cómo los datos se están transformando en oro, Deusto] ilustra sobre la capacidad de la llamada ciencia de los datos a la hora de cambiar el mundo, y nuestras vidas dentro de él. Sus autores, Juan Manuel López Zafra y Ricardo A. Queralt Sánchez de las Matas, son doctores en Economía y profesores en el CUNEF, donde dirigen el Máster en Data Science para Finanzas y el Programa Ejecutivo de Data Science y Transformación Digital.

Mientras que la economía convencional se pierde a menudo en los problemas que las limitaciones y asimetrías de la información plantean para el funcionamiento perfecto de los mercados, este libro analiza la información desde otra perspectiva. La enfoca como una nueva y poderosa palanca de multiplicación de oportunidades para la creación de riqueza y bienestar.

Aborda inicialmente el mundo de las finanzas y los seguros, donde el tratamiento riguroso de millones de datos permite reducir los costes y aumentar la eficiencia. Las posibilidades que se abren en esos mercados son considerables, y no solo ni principalmente en los países más ricos: “En la actualidad, más del 50 por ciento de los habitantes de los países en desarrollo tiene un teléfono móvil, mientras que sólo uno de cada cuatro de ellos tiene cuenta corriente”.

Repasan a continuación el mundo del comercio minorista y los servicios profesionales. A veces no somos conscientes de hasta qué punto ha cambiado nuestro quehacer cotidiano gracias a las tecnologías de la información. El análisis que exponen sobre el trabajo de las empresas de auditoría y los despachos de abogados muestran que realmente “los métodos de ciencia de datos pueden emplearse en todo tipo de situaciones y todo tipo de actividades profesionales”.

En su descripción de la comunicación corporativa resulta revelador cómo las empresas han empezado a hacer algo que parece obvio: pagar a la gente para usar sus datos. Y en el caso de la comunicación política exponen el notable éxito que representó la ciencia de los datos en la victoria electoral de Obama, cuyo equipo, a juicio de Eric Schmidt, entonces presidente de Google, fue responsable de “la campaña electoral mejor ejecutada de la historia”.

Sin embargo, la técnica fracasó estruendosamente con Hillary Clinton. Los autores aclaran: “un modelo predictivo no gana unas elecciones, como tampoco permite generar un monopolio a ninguna empresa”.  El siguiente triunfador en los comicios volvió a utilizar bien los datos, y se alzó con la presidencia de Estados Unidos contra todo pronóstico —en realidad, casi todo pronóstico: los autores anotan con buen  humor que precisamente uno de ellos, el profesor López Zafra, se contó entre los pocos que, basándose en indicadores fundamentalmente algorítmicos, predijo la victoria de Trump en un artículo en El Confidencial poco antes de las elecciones.

El libro repasa otros ámbitos de aplicación de la ciencia de los datos, como el turismo, la hostelería, la aviación comercial, el deporte, la salud y el internet de las cosas. No se olvidan de las cuestiones éticas y de los ciberriesgos. “En 2025, China generará y acumulará el 27,8 por ciento de los datos globales, frente a menos del 18 % por parte de Estados Unidos”. El que una dictadura como la china puede utilizar la ciencia de los datos para aumentar todavía más el control que ya ejerce sobre sus súbditos es ciertamente inquietante. Pero los doctores López Zafra y Queralt Sánchez de las Matas concluyen con una nota optimista. Prevalecerá el deseo de libertad sobre las facetas más peligrosas de la “algoritmización”. Quienes desconfíen harían bien en recordar que la tecnología ha tendido a ser históricamente una fuerza más proclive a la libertad que a la servidumbre. Hasta ahora.