Parafraseando a Hayek, la dedicatoria de este libro de Almudena Negro y Jorge Vilches [Contra la socialdemocracia. Una defensa de la libertad] podría haber sido: “a los socialdemócratas de todos los partidos”. Es decir, a quienes pregonan el paraíso igualitario, sin responsabilidad individual y “con un Estado protector y omnipresente”.
Corregirá usted: es sólo el mensaje de la izquierda. Sin duda lo es, y los autores son críticos con ella, con el PSOE y en particular con Zapatero, el impulsor del guerracivilismo, el sectarismo y una radicalización que dio lugar a Podemos, mientras los votantes socialistas abandonaban el partido en masa. La antiliberal historia socialista culmina en el zapaterismo, “responsable tanto de la infantilización y sentimentalización, cainita y conflictiva, de la política actual, como del auge del populismo socialista y de la crisis profunda del PSOE desde 2011”.
Denuncian dicho populismo socialista de Podemos, el partido del amor que es en verdad el de la violencia, que “vive de alimentar el odio, porque es necesario separar el ‘ellos’ –los enemigos– del ‘nosotros’ –la gente, el pueblo, los buenos”. Funcionan como el nacional-populismo, que manipula la historia y el presente para “mostrar conflictos entre sujetos colectivos que alimenten sus posibilidades electorales”. Los autores prueban con unas citas escalofriantes “el paroxismo de la demagogia populista”, tanto en Podemos como en la análogamente letal combinación de nacionalismo y socialismo de la CUP, que apunta a “la típica utopía totalitaria de reconstrucción de la comunidad imaginada sobre unos valores únicos e impuestos, que marginan de la sociedad a los que piensan de forma distinta”.
Pero este desastre no es casualidad, sino producto del verdadero problema, que para Negro y Vilches es “el consenso socialdemócrata”, en el que incluyen a Ciudadanos y al PP, Aznar incluido, que abandonó sus tintes liberales y se rindió a la socialdemocracia. Así, Rajoy volverá al economicismo de Fraga “con un equipo de tecnócratas como Soraya Sáenz de Santamaría, Fátima Báñez o Cristóbal Montoro, que bien podrían estar en cualquier formación política”.
¿Hay salida? Los autores, como reza el subtítulo de su libro, apuestan por la libertad: “Una de las paradojas del siglo XX es que después de verse azotado por totalitarismos y autoritarismos varios, todos inflados de populismo, se señalara al liberalismo como el culpable”. Y así se fue construyendo el perverso consenso socialdemócrata, que se extiende al mundo de las ideas y de las religiones, con un desenlace que parece el mundo al revés, donde la libertad equivale a la sumisión idolátrica al poder, y donde “el Estado del Bienestar cerca los límites de la libertad del individuo, ejerciendo sobre él una coerción económica, cultural, educativa y política”.
A pesar de sus críticas a los conservadores, Almudena Negro y Jorge Vilches abrigan más esperanza en la derecha que en la izquierda. Puede que acierten, o que todo sea una expresión de deseos, pero desde luego aciertan en este diagnóstico: “uno de los mayores errores cometidos por la derecha desde la Transición fue admitir la supremacía de la izquierda en relación con la agenda cultural, social y política”; el PP aceptó esa hegemonía, “renunciando a principios básicos como la libertad individual o la propiedad privada, mientras mantenía el conservadurismo social”.
Plantean una posición realista, y critican el liberalismo que califican de anárquico y utópico. No estoy seguro de que sean realistas sus recomendaciones fiscales, pero bonitas sí que me lo parecen, en especial la derogación del IRPF, al que definen con destreza como “el impuesto de las oligarquías, del Estado policial…el arma perfecta para el consenso socialdemócrata, puesto que permite perseguir a los desafectos, a los disidentes. Gracias al IRPF, el gobierno nos controla…el fin de una política liberal debería ser el gobierno mínimo, no el Estado del Bienestar. Liquidar el IRPF sería acabar con uno de los pilares sobre los que se asienta la socialdemocracia”.