Hace cuarenta años nos aseguraron que las subidas de los precios del petróleo habían llegado para quedarse. Se había creado un cártel que controlaba un abultado porcentaje de la oferta de una materia prima crucial y no sustituible. Entre una oferta limitada y una demanda inelástica, el dueño de la oferta tendería a ser el del precio. Y así, los expertos nos avisaron que lo teníamos crudo.
Sin embargo, tras unos máximos a mediados de 1980, los precios empezaron a bajar, y la tendencia se mantuvo hasta finales de los noventa, cuando giró al alza y permaneció así hasta este año 2014, cuando se inició un abrupto movimiento a la baja. Y ahora el ministro saudí del Petróleo, a todos los efectos el líder de la OPEP, Al Naimi, nos dice que nunca más veremos el petróleo a 100 dólares.
Lo cierto es que las razones que llevaron a los expertos a equivocarse en los setenta cuando afirmaron que los precios nunca iban a bajar, son válidas para que hoy se equivoquen los que juran que nunca van a subir.
Hace cuatro décadas los precios cayeron porque, como habían subido, ello volvió rentables explotaciones que a precios bajos no podían operar, desde las que extraían el crudo del Mar del Norte hasta el norteamericano de Tejas y el Golfo de México (era la época en el que el malvado J.R. de “Dallas” se hizo multimillonario). Al mismo tiempo, los elevados precios contuvieron la demanda y animaron las tecnologías ahorradoras de combustible. Más oferta y menos demanda = precios a la baja.
Si ahora las predicciones se cumplen, tendremos el clásico escenario de oferentes golpeados y demandantes beneficiados, y la OPEP transferirá tanta más renta hacia los compradores, como España, como baje el crudo que vende.
Veamos por qué sucede esto: la economía mundial ha tenido un tropiezo en 2014, singularmente en Europa y Japón, pero también en algunos emergentes, tropiezo que, si se mantiene, reducirá la demanda. También hay y seguramente habrá más oferta, singularmente gracias al “fracking” en EE UU. Resultado: precios a la baja, mercados revueltos, operaciones de venta y fusión, etc.
Pero los factores desconocidos en la oferta y la demanda pueden aliarse para producir el efecto contrario. En suma, cuidado con las predicciones, salvo con una: el mayor componente del precio de las gasolinas, cuyo peso ha ido incrementándose con el paso de los años, es decir, los impuestos, ésos no bajarán.