Para resumir la innovación tecnológica, que introduce procesos nuevos más eficientes, dejando obsoletos los viejos, en una dinámica de crecimiento de la riqueza, Schumpeter popularizó la expresión “destrucción creativa”.
Muchos se han alarmado ante la amnistía concedida a los independentistas catalanes para lograr la investidura de Pedro Sánchez. Se anunció una dinámica empobrecedora, y el fin de la división de poderes y hasta de la propia España. Ante la incapacidad de nuestra Carta Magna para garantizar el progreso en un marco de convivencia y unidad, porque sería quebrantada o distorsionada para ajustarla a los caprichos de las autoridades, podríamos parafrasear al economista austríaco y hablar de un letal y novedoso proceso artificial de “Constitución creativa”.
Estos sobresaltos padecen una doble confusión, porque el proceso no es nuevo y las constituciones en verdad no garantizan tanto como se suele creer.
De entrada, enfrentar la amnistía con la Constitución puede ser un error, no solo porque ha habido muchas amnistías en España, a cargo de gobiernos de todo tipo, desde el Frente Popular hasta la dictadura franquista, sino, porque, como señaló Daniel García-Pita Pemán en El Debate, nuestros constitucionalistas de 1978 “siguieron la tradición mayoritaria y acordaron expresamente no constitucionalizar la cuestión de la amnistía: es decir, ni prohibirla ni regularla”.
Si otros acuerdos violan las normas constitucionales, como parece que es el caso, ya se procurarán apaños variopintos, lo que tampoco carecen de antecedentes. Quienes se rasgan las vestiduras porque igual ahora los socialistas manipulan el Tribunal Constitucional para que se trague los sapos firmados con los nacionalistas olvidan lo que sucedió hace cuarenta años a propósito del recurso de inconstitucionalidad sobre la expropiación de Rumasa. En cuanto a la servidumbre socialista ante Carles Puigdemont, conviene recordar que José María Aznar le dio a Jordi Pujol lo que éste le reclamó en el Pacto del Majestic, y lo recibió sonriente en la Moncloa en julio de 1996. No es Pedro Sánchez, por tanto, el primero que cede ante los indepes, sino el más reciente.
No confiemos España ni nuestros derechos y libertades a un texto constitucional, ni nos asustemos pensando en que los extinguirán las maniobras de la “Constitución creativa”. Recordemos, en cambio, las palabras del juez Learned Hand: “La libertad yace en los corazones de las mujeres y los hombres. Cuando allí muere, ninguna constitución, ni ley, ni tribunal, pueden hacer mucho para preservarla. Cuando allí se mantiene, no es imprescindible que ninguna constitución, ni ley, ni tribunal, la defiendan”.
(Revista Informadores, diciembre 2023.)