El socialismo en todas sus variantes ha demostrado una notable capacidad de supervivencia. Las decenas de millones de trabajadores asesinados por los comunistas en el último siglo no han terminado totalmente con los partidarios del comunismo. De hecho, algunos de ellos se sientan hoy en el Consejo de Ministros de España.
En el caso de la socialdemocracia, o socialismo vegetariano, el intervencionismo que propician ha tenido diversas consecuencias nocivas para la economía, la política, la sociedad y la moral. Pero ese intervencionismo sigue tan campante, gana elecciones y gobierna en muchos países, empezando por el nuestro. Los impuestos y el paro que produce el socialismo, sus ataques a la propiedad privada, la familia, la religión, y los derechos y libertades de la gente, no han sido suficientes como para que el socialismo desaparezca.