Una pandemia rivaliza con una guerra a la hora de desactivar nuestros impulsos liberales y fortalecer el poder político. Todo conduce a la subordinación de la persona ante un único mando, un único criterio, y un único altar: el del Estado.
Una pandemia rivaliza con una guerra a la hora de desactivar nuestros impulsos liberales y fortalecer el poder político. Todo conduce a la subordinación de la persona ante un único mando, un único criterio, y un único altar: el del Estado.