Parece que no puede haber tal cosa como una persona cristiana y capitalista. Se nos dice que, en el mejor de los casos, es una idea absurda; y en el peor, una herejía imperdonable.
No sorprenderá a los lectores de este rincón de Actuall que no participe de esta opinión. Antes bien, al contrario.
Mónica Oriol, amiga de muchos años, y compañera de estudios del doctorado en la Complutense, me ha ayudado a ratificar la tesis sobre la compatibilidad entre cristianismo y capitalismo. Me regaló un libro de Jay W. Richard, cuyo título no puede ser más explícito y también provocador: Dinero, codicia y Dios. Por qué el capitalismo es la solución y no el problema.