Pauper Oikos temía a los políticos, pero sobre todo en campaña electoral, porque no hacen más que abrazarlo y decirle lo muy liberales que son. Todos. Así que no le sorprendió encontrarse una mañana con Warren Sánchez a las puertas de La Moncloa, y que el presidente le sonriera y le dijera:
—Querido Pauper, compañero liberal, mira esta mochila.
Le enseñó una mochila tirolesa con un gran retrato de Friedrich von Hayek, el liberal vienés y Premio Nobel de Economía.
—¡La mochila austriaca! —exclamó el reportero de Actualidad Económica.
—A ver si los liberales empezáis a aplaudirnos. Proponemos la implantación gradual de un sistema de cuentas individuales de capitalización para la movilidad a través de la creación del Fondo correspondiente a partir de 2020. Dicho Fondo permite a los trabajadores hacer efectivo el abono de las cantidades acumuladas a su favor en los supuestos de despido improcedente, de movilidad geográfica, para el desarrollo de actividades de formación o en el momento de su jubilación.
—En Austria el coste del despido es cero, y vosotros no queréis eso sino, en línea con lo que plantearon en el BBVA, un sistema mixto que combine la capitalización austriaca con las indemnizaciones españolas.
El presidente budista le enumeró al reportero las ventajas del nuevo sistema y su nítido liberalismo: el dinero de la mochila es del trabajador, favorece la contratación al abaratar los despidos, fomenta la contratación indefinida y flexibiliza el conjunto del mercado de trabajo.
—Lo sé, lo sé —reconoció el reportero—. Es algo beneficiosos para los trabajadores y también para los empresarios. Incluso, y aunque no está pensado para resolver las pensiones, es verdad que si un trabajador mantiene su mochila cuando se jubila, tendrá un complemento. Pero mira lo que dijo Domingo Soriano en el Instituto Juan de Mariana: “El gran tema de discusión es el coste del nuevo sistema y la discusión sobre quién paga la mochila. Los que se oponen al modelo razonan del siguiente modo: si ahora un empresario te paga 1.000 euros y le obligan a dar un 2,19% para la mochila (según la propuesta del BBVA), a partir de ahora reducirá el sueldo en ese porcentaje.
—Cuenta toda la historia —replicó Warren Sánchez—. Soriano también aclara que la mochila la paga el trabajador igual que paga las cotizaciones a la Seguridad Social a cargo del empresario. Son costes laborales y punto. Si alguien sostiene que imponer la mochila austriaca reducirá los salarios; debería también defender que rebajar las cotizaciones sociales los subiría. Pero esto último nunca se dice.
Pauper Oikos iba a darse por vencido, pero se le ocurrió una idea y preguntó:
—Todo esto, que está muy bien, ¿no será para seducir a los sindicatos y a cambio cederles las siniestras pretensiones antiobreras de la contrarreforma laboral?
Era así, efectivamente, lo que prueba que en la política, y en la vida, conviene recurrir siempre a dos Hayek, no solo a Friedrich sino también a Salma.