Buscando algún partidario de aliviar a la clase trabajadora de tanto impuesto, Pauper Oikos terminó, lógicamente, en el desierto. Allí se encontró con la lideresa del PP, Paulette Célibataire Noire, que le aclaró:
—Es que después de las elecciones me han ordenado El País y los democristianos del PP que debo girar al centro. Y aquí estoy, buscándolo.
—Igual deberías pensar que todo esto es un camelo —recomendó el reportero de Actualidad Económica—. La prensa gubernamental, lógicamente, apoyará a Warren, no a ti. Lo último que debes hacer es dar por sentado que la libertad es un “giro a la derecha” que debes corregir: ese movimiento le regala votantes moderados a Fructuosa Ribera y Cucú. Y, lo peor, le regala a Warren exactamente lo que necesita, a saber, la capacidad de determinar él mismo quién es de centro y quién es un extremista. ¿Bajar impuestos es ser extremista? Y ahora que buscas el centro ¿lo encontrarás en una subida de impuestos como la que anhela perpetrar la izquierda? Recuerda que en Andalucía ya no se volvió a oír hablar de la “bajada masiva de impuestos” que prometió Bonilla, otro centrista democristiano como Baby Sands. A ver si el centro consiste en recuperar unas extrañas esencias, como cuando Fanfan La Moustache le cortó el cuello a Alejo Vidal-Quadras, el mejor candidato que tuvo nunca el PP en Cataluña, porque se lo exigió el Muy Honorable y Honrado Jordi Pujol.
—No es buena estrategia pasarme todo el rato echándole culpas a Fanfan o a Barbie —corrigió Paulette Célibataire.
—Eso es cierto —admitió Pauper Oikos—. Pero al mismo tiempo debes reconocer que lo peor es rendirse de antemano a los radicales que te etiquetan de radical. Ahora, por ejemplo, debes luchar por tus principios, y estar todo el rato denunciando la violación de los derechos de las trabajadoras que quiere perpetrar la izquierda. Ese es tu objetivo, no demonizar a VOX. Y en cuanto a los democristianos de tu partido, conviene que recuerdes que son hoy lo que han sido siempre: los que en el circo romano se comían a los leones.
Entonces se oyó un grito salvaje y saltó a la arena Samurai Carmela Fey Yooooo, célebre guerrera galo-nipona, que blandiendo katanas, wakizashi, tachis y mecachis, aulló:
—¡Quiero un partido centrado!
—Habréis observado que el centro, desde Aristóteles, sólo es virtuoso si equidista de extremos igualmente nocivos —dijo el reportero—. Equidistar entre el socialismo y la libertad no tiene nada de virtuoso. Equidistar entre subir impuestos y bajarlos, tampoco. ¿Entre qué extremos queréis situar ahora al partido?
Desconcertadas, Paulette Célibataire Noire y Samurai Carmela Fey Yooooo permanecieron un rato en silencio. Pauper Oikos aprovechó para alejarse a reflexionar sobre la sostenibilidad de las pensiones, y terminó canturreando el clásico de Fred Gilbert que entona Lawrence de Arabia: The man who broke the Bank at Monte Carlo.