Pauper Oikos decidió charlar sobre el populismo con una gran autoridad en la materia: el intelectual belga Chantematin Duartez, que le dijo:
—Hoy en Europa estamos viviendo un momento populista que significa un punto de inflexión para nuestras democracias.
—No sé qué decirte —replicó el reportero—. Porque aquí Podemos pierde apoyos. Y, de todas formas, no se sabe qué cosa es el populismo.
—Es necesario descartar la visión mediática simplista del populismo como pura demagogia —señaló Chantematin Duartez—. El populismo es una forma de construir lo político, consistente en dividir la sociedad en dos campos, apelando a la movilización de los de abajo frente a los de arriba. El populismo no es una ideología y no se le puede atribuir un contenido programático específico. Tampoco es un régimen político y es compatible con una variedad de formas estatales. Surge cuando se busca construir un nuevo sujeto de la acción colectiva, el pueblo, capaz de reconfigurar un orden social vivido como injusto.
—¿Y tú dices que no se os puede analizar como demagogos? —preguntó Pauper Oikos—. Encajáis perfectamente en esa categoría: ¿o qué cosa es eso de “los de abajo frente a los de arriba”? Para mí el populismo es un intento de los comunistas de superar su sanguinaria y catastrófica historia.
—La frontera entre derecha e izquierda se ha desdibujado con la globalización —sentenció severamente el maître à penser.
El reportero de Actualidad Económica le observó que esto no tiene que ver con la globalización, porque Hayek ya habló de “los socialistas de todos los partidos” en 1944, pero Chantematin continuó, imperturbable:
—El pueblo puede ser construido de maneras diferentes y no todas van en dirección progresista.
—Seguramente lo dices porque las propuestas de Marine Le Pen y los fascistas son muy parecidas a las de Podemos: todas van siempre contra el libre comercio. Y en cuanto a eso de “construir el pueblo”, me suena tan siniestro como el “hombre nuevo”, al que aspiraban, no por casualidad, tanto los comunistas como los nazis.
Chantematin Duartez protestó:
—No puedes negar la jibarización de la democracia por poderes privados no sometidos a control alguno. Bajo el imperativo de la modernización se aceptaron los diktats del capitalismo financiero globalizado y los límites que imponían a la intervención del Estado. El papel de los Parlamentos fue drásticamente reducido. Hemos asistido a un aumento exponencial de las desigualdades. Se puede hablar de una oligarquización de nuestras sociedades.
—Es todo un camelo —replicó Pauper Oikos—. Hay más democracia que nunca y más control público de la economía y las finanzas que nunca. La desigualdad en el mundo ha bajado y la única oligarquía que manda es la de los Estados, los políticos, los legisladores y los burócratas que se expanden cada día, pero que según tú están debiluchos.
Los dos amigos se marcharon cantando la marcha populista por excelencia: Les garçons peronistes.