A raíz de la cena de Warren Sánchez con Emmanuelle Micronelle en el Elíseo, Pauper Oikos también acudió a charlar con la seductora presidenta francesa, y fue directo al grano:
—¿Qué estáis tramando?
—El renacimiento europeo. Nunca antes Europa ha sido tan necesaria. Y, sin embargo, nunca ha estado tan en peligro. Necesitamos más peso de la política para enfrentar a las grandes potencias. ¿Quién puede pretender ser soberano, solo, frente a los gigantes digitales?
Pauper Oikos enseñó a la presidenta un recorte del Economist que denunciaba que el intervencionismo y el estatismo no producen gigantes económicos. Si se toman las 500 mayores empresas en Europa y Estados Unidos, la mediana europea es un 52 % inferior a la americana por valor de mercado. Pero si Europa no tiene un Amazon, no lo va a tener con menos liberalismo. De las cinco mayores empresas europeas, tres (Nestlé, Novartis and Roche) están en Suiza, un país que no planifica su industria; otra es LVMH, empresa francesa, pero que progresó mucho gracias a la libertad, que le permitió expandirse en China; y la quinta es Airbus, con raíces públicas, sin duda, pero que ha prosperado especialmente desde 2012, cuando se contuvieron las influencias políticas.
—Europa no es solo un mercado, sino también un proyecto —sentenció Emmanuelle Micronelle—. El mercado es útil, pero no debe hacernos olvidar lo necesario de las fronteras que nos protegen y de los valores que nos unen. ¿Qué potencia acepta mantener sus intercambios con aquellos que no respetan ninguna de sus reglas? No podemos someternos sin decir nada. Tenemos que reformar nuestra política de competencia, prohibir en Europa aquellas empresas que vulneren nuestros intereses estratégicos y valores fundamentales (como las normas medioambientales, la protección de datos o el pago justo de impuestos) y adoptar una preferencia europea en las industrias estratégicas y en nuestros mercados de contratación pública, al igual que nuestros competidores estadounidenses o chinos.
—Quieres adoptar lo peor de EE UU y China.
—Vamos a crear un escudo social que garantice a cada trabakadpr la misma remuneración en el mismo lugar de trabajo, y un salario mínimo europeo adaptado a cada país y revisado anualmente de forma colectiva. Y a liderar la lucha contra el cambio climático: cero carbono en 2050, reducción a la mitad de los pesticidas en 2025, Banco Europeo del Clima para financiar la transición ecológica, dispositivo sanitario europeo para reforzar el control de nuestros alimentos…
—Basta, por favor —imploró el reportero—. Cuánto has retrocedido desde tu campaña de 2017. Ahora quieres consolidar a Europa como el continente del paro y los impuestos. Realmente, como dice el Wall Street Journal, no has aprendido nada de la crisis de los chalecos amarillos ni del Brexit.
La presidenta lo miró con tanto odio que Pauper Oikos optó por retirarse cantando el clásico de Sacha Distel: C‘est si bon le libre marché.