Ante el horizonte nublado por el fantasma de la próxima crisis, Pauper Oikos se fue a charlar con los únicos dos que podrían neutralizarla, la célebre pareja de gorilas norteamericanos macroprudenciales: Subsidy Rice y Risk Burroughs. Siempre van de la mano porque no son independientes entre sí. El reportero les pidió su opinión:
—Las crisis no se producirían si rigiera el liberalismo en la banca —señaló Subsidy—. Pero no hay tal cosa, sino subsidios por todas partes, singularmente el subsidio al crédito que comportan las políticas expansivas de los bancos centrales.
—A esto se suma el seguro de depósitos —añadió Risk—. Con sus pasivos protegidos ¿qué incentivo tenían los banqueros a moderar la concesión de préstamos? Ninguno. Como siempre dice mi amigo Subsidy, los Estados han subsidiado el riesgo de impago de la banca, incluyendo también el infausto too big to fail.
—Ese cóctel de garantizar los depósitos, animar los préstamos con subsidios, y proteger a la banca, cuando estamos ante una actividad cuyos pasivos son exigles a corto y sus activos sólo realizables a largo, es evidentemente explosivo —resumió Pauper Oikos—. Todo conspira para beneficiar a los bancos, limitando artificialmente sus riesgos, y animándoles a prestar.
—Pero, claro, el riesgo entonces se convierte en sistémico —aclaró Risk Burroughs.
El reportero de Actualidad Económica vio por el rabillo del ojo que el fantasma se acercaba, y apuntó, con evidente nerviosismo:
—No hemos avanzado demasiado. No me creo que las reglas de Basilea nos protejan realmente. Sospecho que la próxima crisis vendrá y, como siempre, las autoridades le echarán a la culpa a los bancos privados, los shadow, o ahora quizá a los gestores de fondos, y a los consabidos “especuladores”, y se comprometerán a resolver el problema que ellas mismas han creado, con una nueva ola de liquidez y de crédito. ¿Qué hacer?
—Hombre, se podría reducir la protección estatatal a las pérdidas bancarias— sugirió Risk.
—Y no subsidiar los riesgos del crédito, en particular los hipotecarios, ni rescatar ningún banco, ni asegurar depósitos, y limitar…
Pauper Oikos dio la voz de alarma:
—¡Estamos perdidos! Ningún Gobierno hará eso nunca. La lógica sugiere más bien que harán lo contrario, es decir, mantendrán el sistema para seguir tratando a los bancos como malvados, y cobrándoles impuestos, a la vez que utilizan el asunto para un doble objetivo: financiarse mejor y más barato, por un lado, y presentarse como salvadores ante cada crisis, por otro. ¿Quién será el valiente que cambie eso?
—Tarzán de los monos —sugirió Subsidy.
—¿Tarzán de los bonos? —preguntó Risk.