Pauper Oikos oyó una voz conocida que le dijo:
—Payo, mesié, ¿te echo la buenaventura económica?
Era su amiga Paulette Jarra, la gitana galokeynesiana, que procedió a exponer su vieja tesis:
—Tener al menos un poco de deuda pública pendiente de pago contribuye a que la economía funcione mejor. La deuda de los Gobiernos estables y fiables proporciona activos seguros que ayudan a los inversores a gestionar los riesgos, facilitar las transacciones y evitar una destructiva lucha por el dinero en efectivo.
—¿Qué significa “un poco de deuda pública? —preguntó el reportero—. Es como lo que apuntas sobre gobiernos fiables, como si no hubiera una larga historia de reestructuraciones y defaults. Aquí hemos tenido represión financiera, como explicó Daniel Lacalle en Actualidad Económica. Eso facilitó la vida de los Estados, porque se ahorraron fortunas en intereses, y por ese motivo no quieren tipos altos cuando están endeudándose como locos. Ahora, todo ese ahorro se lo han gastado, y los países deficitarios encontrarán serias dificultades para asumir una subida de tipos. Que ya asoma en el horizonte en varios países del mundo.
—La mayor deuda permite gastar más y estimular la economía, payo —sentenció Paulette Jarra.
Pauper Oikos le enseñó unos gráficos y le comentó:
—Vamos derecho a una nueva crisis de deuda donde los intervencionistas, como siempre, le echaréis la culpa al mercado libre, cuando todo será culpa de la intervención y la mala deuda pública. Mira los datos, y mira cómo resume el problema Lacalle: los bancos de Europa acumulan hasta el 45 por ciento de la deuda soberana de los países, y la Fed apaga incendios con gasolina: Estados Unidos creó más dinero entre 2008 y 2016 que en toda su historia anterior.
—No me cuentes el cuento monetarista otra vez, cuando sabes que no hay inflación —protestó la gitana célebre.
—Tampoco la había en 2007 y nos la pegamos —sostuvo el reportero—. Quiero decir, no la había medida por el IPC, pero por el precio de los activos sí. Y ha vuelto a suceder en los últimos años, con los bajos tipos de interés y el fomento de los activos de riesgo, que nos conducen, como siempre, a la trampa de la liquidez, que Daniel llama trampa del mercado: “si los mercados suben excesivamente, la situación no puede frenarse por miedo a una recesión financiera, y si los mercados la corrigen, debe aumentarse… por miedo a una recesión financiera”.
—Yo te anuncio… —intentó hablar Paulette Jarra.
—Mejor no hagas predicciones —interrumpió Pauper Oikos—. Recuerda cuando predijiste maravillas económicas en la Argentina, gracias a las delirantes políticas de los Kirchner, o cuando aseguraste que la economía norteamericana nunca iba a crecer con Donald Trump. Así que no me vengas ahora a decir, parafraseando a Carmen y a Ken, que This time is different.
Ambos amigos coincidieron en la importancia del tiempo y, recordando al gran Charles Aznavour, se marcharon cantando Hier encore j’avais vingt ans.