Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, invitó a Pauper Oikos a pasear por los jardines del Palacio de La Moncloa. La aviesa intención de Warren era convencer al reportero de Actualidad Económica de las bondades del Gobierno de la izquierda progresista, europeísta, feminista, ecologista y, lógicamente, plural, aunque se encontró con la decidida oposición de su interlocutor, que le dijo:
—Tu Gobierno es un desastre, Warren, y la única posibilidad que tienes de que yo acepte algo de tu gestión económica es si argumentas que tu gestión política es aún peor.
—Eso es muy injusto —objetó el presidente—. Sabes que mi preocupación ha sido siempre la bondad universal, la paz, el cuidado de los pobres…
Pero Warren Sánchez no pudo seguir. Se interpuso ante los paseantes nada menos que Creso, el último rey de Lidia, el paradigma universal de la opulencia, que, dirigiéndose al líder socialista, proclamó:
—¡Gracias, muchas, muchísimas gracias!
—No entiendo—balbuceó Sánchez—. Tú no tienes nada que agradecerme: los socialistas, te repito, cuidamos de los pobres. No tenemos nada que ver con los ricos, a los que perseguimos y castigamos para lograr la cohesión social y una redistribución justa de la riqueza, para luchar contra las desigualdades.
—No me hagas reír, que me pica la cartera —se burló Creso—. La izquierda jamás ha cuidado de los pobres: sólo se preocupa de multiplicarlos. Y de hacerles la vida imposible, mientras que a los ricos nos mima. Fíjate lo último que habéis hecho: empobrecer a las trabajadoras subiéndoles el diésel, mientras los opulentos nos pasearemos cómodamente con nuestros carísimos coches eléctricos por el centro de las ciudades, que estarán vacíos porque vosotros, los socialistas y los comunistas, habréis expulsado de allí a los pobres, que vivaquearán extramuros. Vuestras medidas intervencionistas encarecerán los alquileres urbanos, así que a los pobres no los veremos más: ni conducirán, ni vivirán junto a nosotros. Sois la pera, la verdad.
—Pe…pero los impuestos —tartamudeó Warren.
—Todos están pensados para crujir especialmente a la masa del pueblo, mucho más que a los ricos, y no sólo porque tenemos mecanismos de elusión y evasión que la gente corriente no tiene. Es que, además, incluso si no me tomo el trabajo de pagar menos, a los millonarios el IRPF nos resulta proporcional, mientras que es brutalmente progresivo contra las trabajadoras y la clase media. Habéis aumentando las cotizaciones a las autónomas, mintiéndoles una vez más, ligáis las pensiones otra vez al IPC, fomentando la quiebra del sistema, del que viven los pobres, y perseguís a los temporales, propiciando su desempleo. Realmente, sólo pensáis en proteger a los ricos.
Pauper Oikos intentó animar a Warren Sánchez, que se retiró abrumado y melancólico a su despacho mientras Creso le lanzaba su última puya:
—Con decirte que me llaman Crepsoe…