Pauper Oikos sintió el pinchazo de una jeringa en la cartera: era el ministro de Hacienda, el doctor Chiqui Flebótomo, que le dijo:
—Mi objetivo ahora es que se entiendan los beneficios del Presupuesto. Sobre todo que lo entienda la clase media, a la que cuidaremos con esmero. Por eso hemos puesto la subida del IRPF solo a partir de 130.000 euros.
—Camelos —dijo el reportero, dando un manotazo a la jeringa—. Los impuestos van a subir para millones de trabajadoras, empezando por el diésel que ha desatado una ola de protestas en Francia.
—¡No tiene nada que ver! —gritó el chupasangre, alarmado—. No subiremos el gasóleo profesional. Lo que haremos es quitar la bonificación que tenía el diésel respecto a la gasolina. No tiene un objetivo recaudatorio, sino disuasorio.
—Falso —resumió Pauper Oikos—. Si realmente no fuera recaudatorio, lo que habrían hecho ustedes es encarecer el diésel pero abaratar a la vez la gasolina, para no recaudar más. Pero lo que quieren es, precisamente, recaudar más.
—Estamos en una cifra de gasto público que es una de las mayores que hemos tenido en democracia. Es un proyecto socialdemócrata genuino el que hay en las cuentas, las más socialdemócratas que hemos tenido.
—Quod erat demonstrandum. No se puede subir el gasto público sin crujir a las contribuyentes.
Chiqui Flebótomo insistió entonces en que sólo iban a hostigar a las grandes empresas, para poder dedicarse a cuidar a todos los demás. El reportero de Actualidad Económica se limitó a enseñarle un manual de Hacienda Pública, en las páginas dedicadas a la incidencia fiscal. El doctor recurrió entonces al mantra progresista:
—Seguimos recaudando cinco puntos de PIB menos que la media comunitaria. Habrá que ir progresivamente acercándose a esa media para que nuestro Estado de bienestar también se aproxime a la media comunitaria en términos de prestaciones sociales.
—Está bueno eso de “habrá que ir” —se burló Pauper Oikos—. Porque a las ciudadanas las vais a obligar a ir, es decir, a pagar más, con el increíble argumento de que otros Estados castigan aún más a las mujeres, y de que lo que las mujeres quieren es que les metáis todavía más la mano en la cartera.
La situación degeneraba. Cuando el doctor le dijo que las empresas estaban protegidas con estos Presupuestos y que el gasto en Cataluña no tenía nada que ver con ningún oportunismo electoral, el pobre Pauper, valga la redundancia, se derrumbó, partido de la risa. El galeno le ayudó a recuperarse, y el reportero decidió cambiar de tema y preguntó:
—¿Es verdad que usted es el candidato socialista que, aprovechando que es médico, extirpará a Susana Díaz del socialismo andaluz?
El doctor Chiqui Flebótomo no respondió, pero se alejó canturreando el clásico: Oh! Susanna, oh don’t you cry for me; for I come from Alabama, with my banjo on my knee.