Hace unos años, recordando la Revolución Rusa, José García Molina, destacado político de Podemos en Castilla-La Mancha, escribió en La Razón lo siguiente: “En un siglo que ha nacido de la pérdida de las esperanzas, el primer objetivo realmente revolucionario debe ser recuperar la esperanza”.
Era una declaración curiosa, porque el siglo XXI llegó con una gran esperanza, nacida en 1989: el final del comunismo, el sistema más criminal que nunca haya sido perpetrado contra los trabajadores en toda la historia de la humanidad.