La penúltima muestra del sectarismo de los autodenominados progresistas ha sido la retirada de los nombres de grandes científicos españoles de los Premios Nacionales de Investigación.
Desaparecerán así los nombres de Santiago Ramón y Cajal, Gregorio Marañón o Ramón Menéndez Pidal, entre otros. Además, el Ministerio de Fomento ha vetado el nombre de Juan de la Cierva para bautizar el aeropuerto Internacional de la Región de Murcia.
Todo esto, como siempre, no tiene nada que ver con la memoria, ni con la historia, ni mucho menos con la democracia. Es, una vez más, la prueba del sectarismo de la izquierda, que es ridículo, sin duda, pero también siniestro.