En los años 1980 tuve la fortuna de conocer al premio Nobel de Economía Friedrich A. von Hayek, uno de los grandes liberales del siglo XX. Estaba terminando el que iba a ser su último libro, publicado en 1988, poco tiempo antes de su muerte. Es un breve y enjundioso volumen sobre los errores del antiliberalismo de izquierdas y de derechas, o, como los había bautizado el mismo Hayek cuatro décadas antes en su clásico Camino de servidumbre:“los socialistas de todos los partidos”. Me contó, en una entrevista que mantuvimos para Revista de Occidente, que le había dado muchas vueltas al título, hasta dar con el definitivo: La fatal arrogancia.
Esta presunción tiene dos perspectivas interconectadas: la ilusión del conocimiento y el desprecio a las instituciones. Los enemigos de la fiesta de los toros incurren en ambas. El liberalismo las combate.
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